Respeto

Artículo de Alexandra Sumasi
El libro no es nuevo. Pero eso no tiene la más mínima trascendencia. La lección que da 'El pan que como' es totalmente atemporal, y ahí radica la lectura obligada de este libro de Paloma Díaz-Mas.
Por Alexandra Sumasi
07 de septiembre de 2021

Este libro me llegó por recomendación del periodista Carlos G. Cano. ‘¿De qué va?’, le pregunté. Y Carlos me dijo que ‘de nada y de todo’. Con curiosidad latente, no tardé en comprarlo. Y si antes apuntaba que el libro no es nuevo, sí resulta primordial saber que el libro se escribió antes de la llegada de covid-19. He aquí la diferencia entre sensibilidad y oportunismo. Sigan leyendo y lo comprenderán.

Hace poco leía en algún medio o en una red social -vete tú a saber- unas declaraciones del empresario hostelero Carlos Bosch, el ideólogo de conceptos tan glamurosos como El Portal de Alicante o el bar Manero, que decían algo así como ‘siempre voy en busca de la belleza’. (Perdóname, Carlos, si no transcribo tus palabras exactas. Me estoy fiando de la memoria). Pienso que la autora, tal como describe las sencillas cosas que suceden en el libro, hace exactamente lo mismo.

Dicen que la belleza está en los ojos del que la contempla y leyendo ‘El pan que como’ queda patente que Paloma Díaz-Mas tiene unos ojos privilegiados. Con sus palabras nos muestra la hermosura sustancial de la gastronomía, y de toda la industria que hay en torno a ella. Su mirada es tan limpia que cualquier gesto, cualquier trabajo por bruto que sea, cualquier acción destinada a crear un alimento o a dar de comer los describe con una lindeza que emociona.

Y con todo ello la autora enseña algo muy valioso: enseña respeto. Respeto por todas aquellas personas que están en la cadena de alimentación, respeto por lo que produces, y respeto por un trabajo con el que consiguen que todos comamos y bebamos. Asunto nada baladí porque, junto al aire que respiramos, ingerir líquidos y sólidos es lo fundamental que necesitamos para vivir.

El sincero agradecimiento que destilan las palabras de Díaz-Mas es conmovedor, y con ellas nos da una lección absoluta de admiración no por los cocineros estrella (bastante se les tiene ya), sino por todos los engranajes de la cadena que contribuyen al pan que comemos, una metáfora en la que la autora engloba todos los alimentos.

Leyendo ‘El pan que como’ no solo asistimos a un homenaje; también aprendemos cosas insospechadas, retazos de historia y el porqué de algunas nomenclaturas. Sus páginas son un compendio de delicadeza, hermosura y de información, porque la oda no es solo oda. También hay datos y detalles significativos sobre oficios a los que, inmerecidamente, la sociedad no les da ninguna importancia.

Si quien me lee trabaja en alimentación o en hostelería y se siente ninguneado, no puedo más que recomendarle la lectura de este libro. Tras leerlo, que alcen el rostro, la mirada bien al frente, el pecho fuera, y se sientan bien orgullosos de ser piedra angular de la sociedad. Es más, que se sientan indispensables, tan indispensables como la pandemia ha demostrado. Y duerman siempre bien tranquilos, con la serenidad de haber descubierto que hay personas, como Paloma Díaz-Mas, con la suficiente sensibilidad para valorarles en la dimensión merecida. Un libro escrito antes de que la pandemia nos mostrara frágiles, aunque un amplio grupo de personas dedicadas a la alimentación tuvo que ser más fuerte que nunca.