La pizza congelada, el nuevo patrón oro

Artículo de Albert Molins
Eurostat ha convertido la pizza ultraprocesada en el índice de referencia para demostrar el incremento de la inflación en Europa. Sería de risa, si no fuera porque la mayoría de la que comemos es una pizza de mierda.
Por Albert Molins
16 de febrero de 2023

Leo, no sin asombro, que para demostrar lo caro carísimo que está todo lo de comer por culpa de la inflación, Eurostat ha tomado como medida el incremento de precio del último año de —abróchense los cinturones— las pizzas ya hechas y que se pueden comprar en los supermercados de toda Europa. Ha sido del 16%, por cierto, por si les interesa el dato. En España ha sido un poco menos, el 14,6% y en Hungría ya las venden a precio de caviar, pues las pizzas ultraprocesadas han subido casi un 46%. Exclamar «¡Mamma mia!» es el chiste fácil, pero a mi, personalmente, me la suda bastante, porque esa bazofia no entra en mi casa ni que me la regalen.

La excusa del ente estadístico europeo ha sido que la pizza se compone de elementos básicos en la cesta de la compra de cualquier persona como la harina, el queso, el tomate y otras verduras, así como productos cárnicos y piscícolas. Bueno, eso, y también que este pedazo de dato se dio a conocer, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el pasado 9 de febrero, jornada en la que en los Estados Unidos de América se celebra, por lo visto, el día nacional de la Pizza.

Imagino que Italia mandará una protesta formal a través de su embajadora en Washington, Mariangela Zappia, a las autoridades estadounidenses por considerar un atentado a las buenas relaciones bilaterales y a la proverbial y secular amistad entre ambos países —ver las tres entregas de El Padrino para más referencia— que el país que más y mejor —sí, por supuesto que ambas cosas son posibles— ha maltratado a este icono de la gastronomía azzurra tenga la desfachatez de apropiárselo y dedicarle un día nacional.

Por eso, los señores de Eurostat —como para disimular un poco— han incluido en su comparación a la pizza de mierda la quiche de mierda —que por o visto ha subido lo mismo—, que esta es europea por parte de madre francesa y alemana por parte de padre, pues es originaria de la Lorena, región por la que se han peleado francos y prusianos históricamente.

Al final ganaron los Estados Unidos de América y la Lorena fue francesa definitivamente. Hubiera podido ser peor y convertirse, junto con Alsacia, en Puerto Rico. Si tenemos en cuenta su origen, que la Unión Europea —de quien depende Eurostat— fue un tinglado que pagamos entre todos y que se inventaron para que Francia y Alemania tuvieran algo en lo que entretenerse y dejaran de provocar guerras mundiales, la inclusión de la quiche en tan disparatado índice tiene todo el sentido del mundo.

Pero volvamos al tema que, como de costumbre, me pierdo. En el fondo que Eurostat haya tomado como patrón demostrativo de la inflación el precio de las pizzas de mierda es de pedir la dimisión de Ursula von der Leyen como mínimo, y preocupante al mismo tiempo. Vamos que los que mandan en Europa ya están convencidos de que lo más normal es que todos nos alimentemos como el puto culo a base de ultraprocesados y tal. Y es que el hecho de que Eurostat —ni que sea por hacer la gracia— piense que el índice de referencia puede ser un producto industrial de baja calidad y bajísimo precio se da de muchas ostias contra la pared con aquello del From farm to fork, el conjunto de políticas de la Unión Europea para fomentar una alimentación saludable y sostenible. Para ser creíble, nada mejor que cuidar los detalles y dejar la brocha gorda para otros menesteres.

Ya me dirán qué costaba hacer el mismo ejercicio, como siempre se han hecho estas cosas, y calcular por separado, para sumarlos después, el incremento de los ingredientes de una cesta más o menos típica con un poco de harina, un poco de queso, verduras, frutas, algo de carne y algo de pescado. A fin de cuentas, en el precio de la pizza industrial intervienen otros costes añadidos como el precio de la luz, de los carburantes para llevar las pizzas hasta el supermercado…

Lo peor es que a los señores de Eurostat tampoco les falta razón. Vayan dentro de dos semanas, cuando todos hayamos cobrado la nómina, a la cola de cualquier supermercado patrio y verán carros llenos de pizzas de mierda a 1,16 euros la unidad. Quiche de mierda no, que estas cosas modernas y exóticas (sic) no nos gustan.