Yanet Acosta, comunicar con letras y sabores

Fotografía de Yanet Acosta
Ariadna Acosta
Al habla con Yanet Acosta, una de las voces de referencia de la gastronomia de nuestro país. Palabras cargadas de significado en las pensar de forma meditada y de las que aprender cada día.
Por Héctor Hernández
27 de abril de 2021

Yanet Acosta (Santa Cruz de Tenerife, 1975) es una de las voces más autorizadas para hablar de la gastronomía en nuestros días, dejando al descubierto todas sus aristas. Licenciada y Doctora en Ciencias de Información por la Universidad Complutense de Madrid, autora de publicaciones académicas de referencia, colaboradora habitual de medios de comunicación nacionales como El Mundo o Público y también internacionales, Presidenta de la Asociación de la Prensa Gastronómica y Nutricional, Fundadora y Directora del curso de Periodismo gastronómico y Nutricional de Universidad Complutense donde también ejerce como Docente, profesora del Máster para la cátedra Ferrán Adrià de la Universidad Camilo José Cela y actual directora de la plataforma de formación en línea sobre comunicación y gastronomía The Foodie Studies... Un currículum abrumador que pone de manifiesto lo importante de escuchar y leer cada una de sus palabras sobre el arte que tanto nos apasiona.

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

Frutas y hortalizas que huelen de verdad y pan salido de uno de esos obradores cuyo olor te hipnotiza.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

Sacha en Madrid, al que voy cada vez que puedo.

¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?

¡Muchos! Uno de ellos, la nueva “La Salita” de Begoña Rodrigo. Me parece que debe ser alucinante disfrutar de sus platos en esa casa del XVIII y en esa terraza.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

Bueno, tengo que decir que los placeres de la comida y la bebida nunca me han hecho sentir culpa. Son muy básicos, la verdad, y nunca he sentido miedo a sus consecuencias en mi peso, ni nada de eso. Sin embargo, tras ver el documental sobre el efecto de la pesca en los océanos Seaspiracy: La pesca insostenible, se ha despertado en mí algo. No quiero formar parte de este desastre. Siempre he evitado comprar pescado procedente del arrastre, pero me ha destrozado saber que el palangre puede tener el mismo efecto. El pescado es una delicia, pero si supone sentir culpabilidad, prefiero afinar aún más lo que elijo comer.

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

El más cercano a los y las agricultoras. En Madrid de eso no tenemos, así que disfruto mucho cuando estoy en pueblos y ciudades que sí. El último que visité fue un domingo en Los Llanos de Aridane (La Palma). Me lo pasé genial, comprando, hablando y probando.

¿Qué capricho disfrutón te has dado recientemente o te gustaría darte?

Comer en Sacha.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

Cocinar raya a la mantequilla negra… ¡menudo fracaso! Y no porque me quedara mal, no. Pensé que era amor y solo fue ego.

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

El aroma de la trufa negra es una metáfora en sí misma, probar algo impregnado de ella es volar; pero comerla en láminas es como dar fin a un cuento diciendo que todo era un sueño.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

Las explicaciones de más. Me gusta que los platos, como los libros, hablen por sí mismos.

¿Y cuál se infravalora?

La aceptación de que la cocina también es un don y como tal no es solo un negocio ni una herramienta mercantilista.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

¡Muchos y muchas! Pero me gustaría mencionar a Pedro Espina de Soy en Madrid, quien me enseñó cómo mimar a un ingrediente, y a mi madre, Remedios Meneses León, quien me mostró cómo disfrutar de la cocina incluso cuando es tu rutina y obligación.

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

La poesía. La poesía es la esencia. El pensamiento destilado en pocas palabras, pero contundentes. Es la verdad aplastante, pero también las alas para podernos soñar.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Cualquier cosa menos raya a la mantequilla negra jajaja. Bueno, ahora que te conozco un poco y sé que tenemos en común ser canarios de origen, seguro que te haría unas papas arrugadas, siempre y cuando tenga papas bonitas compradas en las Islas.