Guillermo Rodríguez es un joven zamorano, inquieto y emprendedor, que un buen día decidió fusionar completamente dos de sus pasiones y dos mundos eminentemente unidos, el de la nutrición y el de la gastronomía. ¿El resultado? Su dedicación profesional, la de ser entrenador personal del comer. En pocas palabras, una persona que se encarga de ayudar a otras a la hora de alimentarse, teniendo en cuenta tanto las propiedades nutricionales de los alimentos como su elaboración, la creatividad puesta en ellos o el placer que da degustarlos.
Guillermo, formado en Nutrición y Ciencias de la Alimentación en diferentes universidades españolas y hospitales madrileños como La Paz o el Puerta de Hierro, da rienda suelta así a unas inquietudes que lo llevaron por todas partes. Desde ser un miembro del departamento científico de Coca-Cola España a colegiarse como dietista clínico en Reino Unido o emprender un blog, Comiendo se entiende la gente, donde de nuevo vuelca su pasión por la alimentación, la gastronomía y la nutrición.
Un personal eating trainer como él, ¿qué tendrá como placer (in) confesable? ¿Qué valor le dará a la cocina?
¿Qué ingrediente te define?
El agua. Es mi bebida favorita y porque soy muy transparente, como me ves.
¿Qué podemos encontrar en tu despensa?
Si han llegado mis padres de todo, si estoy yo solo estará vacía.
¿Y en la nevera?
Bebidas muy frías, ensaladas y mucho jamón, ¡que no falte nunca!.
¿Cuál es tu playlist para una comida con amigos?
Una buena conversación. Tengo mal odio para la música, por lo que la conversación de los comensales es la mejor canción, de hecho ya lo dice el refrán, ¡comiendo se entiende la gente!.
¿Y la canción para el fin de fiesta?
Los platos y los cuchillos al recoger, aunque previamente las copas al brindar.
¿Qué distingue a un buen anfitrión?
Involucrar a los invitados en la comida. Que no estén de brazos cruzados e incómodos pensando que se forma una barrera entre ellos y tú, ¡qué hemos venido a disfrutar de la comida y de la compañía!.
¿Qué significa para ti la cocina?
Un lugar que se ensucia mucho…¡ah, que te refieres a la gastronomía! Lo definiría como un auténtico placer.
¿Un placer (in) confesable?
No me gusta el dulce, prefiero la dulzura de la gente de mi alrededor. No me llaméis cursi pero yo soy más ‘salado’.
¿Una ciudad gastronómica?
Mi tierra, Zamora y no tengo más que decir, ¿cuándo venís y os lo demuestro?.
¿Un rincón gastro para desconectar?
Un bocadillo paseando por alguna calle tranquila.
¿Un aroma?
El olor a leña, previa a una barbacoa en mi casa.
¿Un capricho reciente?
Aceite de trufa.
¿Una locura gastronómica?
Salir de un restaurante de nouvelle couisine con tan solo 10 años, y comprarme una bolsa de patatas fritas enfrente.
¿Una bebida?
Soy pro-agua, pero un vaso de leche caliente con cacao es mi debilidad.
¿Qué llevas cuando te invitan?
Algún producto de mi tierra.
¿El look perfecto para salir a cenar?
Una buena camisa y zapatos con borla para contrarrestar el roto del pantalón.
¿A qué cinco personajes vivos o muertos invitarías a tu cena-fiesta?
Lady Di, Valentín Fuster, Teresa Romero (con excalibur), Tintín y Walt Disney.
Para esta cena-fiesta, ¿cocinarías o encargarías la comida?
Encargaría la cena, que no me quiero perder detalle con mis invitados.
¿Cuál sería tu última cena?
Una ensalada “de todo”, de las mías, de las que no le falta ni un ingrediente.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
El café en el desayuno, yo jamás lo he tomado.
¿Tu noche favorita de la semana?
El viernes, y si me apuras la del jueves también.
Cuando entras en un restaurante, ¿en qué te fijas primero?
En todo, hago un recorrido visual y también despliego mis sentidos para captarlo todo.
¿Tu último descubrimiento gourmet? Restaurante, café, bar...
La quinoa. La descubrí cuando viví en Londres, y me parece un alimento muy completo apto para todo tipo de personas.