El kiwi de los dioses

Artículo de Albert Molins
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que a un simple mortal le sirvan, en un restaurante hors catégorie, lo mismo que al crítico de turno.
Por Albert Molins
24 de febrero de 2022

Reconozco que esta no la vi venir. Resulta y acontece que un prestigioso medio digital gastronómico francés asegura que el restaurante popup de Alain Ducasse y Albert Adrià es un fracaso, y que podría ser que no aguantara abierto ni los 100 días que en principio tenía que estarlo. Por lo visto, no pocas de las personas que han pagado 380 euros a mediodía o 650 euros por la noche, en ambos casos con el maridaje incluido, han calificado la experiencia como «una de las peores comidas de sus vidas».

El medio habla de «estampida» de los dos chefs después del debú, de cocineros que «no se hablan» y de «abandono del concepto». «Fiasco» es la palabra con el que Atabula lo resume todo. ¿Se imaginan a un medio de aquí hablando en estos términos? No, claro que no. Yo tampoco.

De hecho, todos los de aquí que fueron allí volvieron encantados y cantando alabanzas -en el sentido bíblico de adoración a la divinidad- por la comida servida, los vinos bebidos y el trato recibido. Así que hay algo que no encaja y, sinceramente, visto el historial de unos y otros, me fío mucho más de los franceses, aunque me parece que en Francia Alain Ducasse no le cae bien ni a su propia sombra.

Pero entonces, ¿en qué restaurante estuvieron los de aquí que fueron allí? Pues en uno que de postre servía un kiwi. Pero no un kiwi tuneado, ni un trampantojo ni nada por el estilo. Un kiwi amarillo mondo y lirondo, como en un menú de 10 euros. De hecho mucho peor, pues he tenido ocasión de que gente que se gastó la pasta en Les Ombres, o en ADMO o cómo quiera que se llame el invento, me enseñara la foto del kiwi en cuestión y es medio kiwi -para más inri tacaños- dentro de su propia cáscara.

Algunos lo han confesado y, como escusándose, han dicho que a ellos no les tocó el kiwi. Estoy seguro de que es tan cierto eso como que si les hubiera tocado no hubieran dicho esta boca es mía. Las alabanzas a la divinidad son lo que tienen. Y ya se sabe, también, que los dioses tienen sus apóstoles -a los que colman con sus favores- y después está el resto a los que le toca un puto medio kiwi amarillo y encima tiene que dar las gracias porque es el kiwi de Dios o de los dioses.

Ya se sabe que, parafraseando a San Mateo, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que a un simple mortal le sirvan, en un restaurante hors catégorie, lo mismo que al crítico de turno. Pero claro, lo del kiwi amarillo ya pasa de marrón oscuro.

Y miren, yo no me alegro especialmente de que a alguien las cosas le vayan mal o que no le salgan como las tenía previstas. Al contrario, pienso que como mejor nos vaya a todos, mucho mejor. Tampoco sé muy bien cómo Ducasse y Adrià tenían pensado o confiaban que saliera todo esto. Desde mi escepticismo, jamás dejé de ver el invento como una operación de marketing fantasbulosa y una cortina de humo de dos chefs que iban muy necesitados de ambas cosas.

A uno lo habían expulsado en mayo de 2021 del Plaza Athénée y el otro ha cerrado todos los restaurantes que tenía en Barcelona y, de momento, no hay fecha para la reapertura para Enigma, el único que es completamente suyo.

Hace tiempo que personalmente abandoné la idea de culpa. No me siento culpable de nada, pero sí responsable de todos mis actos. Ustedes que son lectores inteligentes, seguro que entienden la diferencia sin que me tenga que extender mucho más.

Por eso seguro que parte de la responsabilidad de que a Ducasse lo echaran del Plaza y de que Adrià tuviera que cerrarlo todo y aún no haya abierto Enigma es suya. Del mismo modo que el hecho de que Les Ombres o ADMO o cómo quiera que se llame el invento haya sido un fiasco también lo es. Lo digo porque ahora van a llegar las explicaciones, por no decir las excusas y del kiwi amarillo no se va acordar nadie.

Los críticos de aquí que fueron allí tampoco. A ellos les diría que mi apóstol preferido, yo que soy más bien agnóstico, siempre fue Judas Iscariote. Fue el único que se lo vio venir, no como yo, que esta sí que ni por asomo.