Alfredo Álamo, un 'foodie' con muchas letras

Alfredo Álamo con un ejemplar de Conan y Belit en la mano
Es un reconocido escritor de ciencia ficción tanto por sus relatos como por sus microcuentos, novelas y poesía, pero Alfredo Álamo Marzo es también un amante del buen comer y el buen beber, un gastrónomo que sabe disfrutar de los buenos alimentos.
Por Toni Castillo
06 de octubre de 2016

Licenciado en Historia por la Universidad de Valencia, Alfredo Álamo Marzo (Valencia, 1975) es un escritor de ciencia ficción reconocido fundamentalmente por sus relatos y novelas, así como también por varias de sus incursiones en el mundo de la poesía. Ha formado parte de antologías dedicadas al mundo fantástico, como Fabricantes de sueños o Paura, ha publicado antologías de microcuentos propias como Lunarias, que vio la luz en 2010, el mismo año en el que publicó su primer poemario, El necrófago galante y otros poemas de amor, y ha dado a luz novelas tan destacadas como Mañana será tierra o Kobold: el señor de las cadenas, en 2011. Una dilatada carrera literaria que ha compatibilizado con su labor como coordinador de Lecturalia, la red social sobre literatura.

Sin embargo, quienes lo conocen dirán que más allá de su labor como escritor, y también como guionista en el webcómic La legión del espacio, destaca su gran sentido del humor —negro, por supuesto— y su afición al buen comer y al buen beber. Disfruta como pocos de un suculento ágape con una obligatoria sobremesa posterior acompañada de café. De esos restaurantes con algo especial, que te obligan a permanecer más de lo necesario. De esa cocina tradicional, de pueblo y calle, que se disfruta en familia, sea sanguínea o no lo sea. Y del mar; quizás por eso dos de los tres primeros alimentos que piensa en adquirir cuando va al mercado proceden de él.

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

Buey, pulpo y una parte del atún rojo que aquí llamamos tonyina de sorra.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

Pues hasta ahora era El Alma del Temple, el restaurante en los bajos del Hotel Caro, pero ahora acaba de cambiar a Suecede y me falta ir a probarlo. De los que están abiertos, nunca me canso de ir a Alejandro del Toro… cuando la economía lo permite.

¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?

Pues no he tenido oportunidad todavía de ir al Canalla Bistró y la verdad es que me han hablado muy bien de él para empezar una noche divertida.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

Comer es un placer culpable para mí la mayoría de las veces, pero si hablamos de culpabilidad absoluta, tengo que confesar que me gustan las patatas fritas de sabores imposibles.

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

El mejor mercado es en el que te conocen bien. En Valencia no hay nada como acercarse al Mercado Central, pero no hay nada como la complicidad de llegar a la pescadería donde ya compraba tu madre y donde te guardan esa pieza que saben que te gusta tanto. Por eso voy siempre al Mercado del Cabanyal a comprar pescado. En cuanto a productos gourmet, me gustó mucho el Mercado de San Antón en Chueca, tanto por el producto como por el nuevo diseño y los locales de restauración.

¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?

Pues el último capricho foodie fue un chuletón de buey reposado en cámara que comí en Ca Joan. Una delicia absoluta y un capricho personal.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

Salir a la búsqueda y captura de un restaurante perdido en el interior de Galicia del que teníamos unas referencias buenísimas. Salimos para ir a comer sin saber ni el teléfono ni la dirección. Creo que llegamos a cenar. Digo creo porque tampoco estoy seguro de que fuera el mismo restaurante. Eso sí, la cena nos supo a gloria.

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

Esto va un poco por modas. En cuanto me hablan de «superalimentos» desconfío, como las bayas goji, la quinoa (aunque está buena), y otros productos que prometen maravillas para la salud.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

Es algo complicado. En los grandes restaurantes a veces se busca más la innovación técnica que la satisfacción global del plato para el cliente, que es, al fin y al cabo, el que paga. Es decir, nos podemos encontrar con platos de una gran habilidad técnica pero poco complacientes a la hora de comer.

¿Y cuál se infravalora?

Según mis últimas experiencias, la formación de los camareros. Me ha pasado en un par de buenos restaurantes el tener que estar pendiente de que me atendieran, y el tiempo de servicio entre platos parece que ha aumentado en los últimos años hasta ser, en ocasiones, un suplicio.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

Pues de los que he podido probar, no puedo salirme de ahí, diría que Martín Berasategui. Aunque he de decir que he disfrutado mucho con Óscar Torrijos y Alejandro del Toro.

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

Una mayor recuperación de recetas tradicionales propias de cada zona, puestas al día. Es una pena que se siga el camino de la innovación por la innovación, dejando de lado una tradición por explotar.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Pues os haría los platos que estoy aprendiendo últimamente, sacados de la comida cajún y sudamericana. Empezaría con unos montaditos de po'boy, seguidos de ceviche peruano y finalmente un buen plato de gumbo. Y de postre, chocolate con chili.