Begoña Rodrigo: 'Cuanto más salgo de mi cocina, más me quiero meter en ella'

Begoña Rodrigo, en corto
La cocinera de La Salita en una conversación sobre sus inquietudes, sus sueños, su libertad, su fascinación... su futuro.
Por Vicent Molins
09 de febrero de 2016
Chefs y cocineros

La cocinera Rodrigo es muchas cosas, pero jamás tibia. Hace unos meses cumplía diez años con La Salita, su embajada del buen gusto y el progreso en un barrio cualquiera de Valencia. En breve desembarcará en la iniciativa The Table by en el Hotel Urso de Madrid. Su vida parece una ruta de inquietudes. Le late el cambio de manera natural. Tiende al inconformismo. En un momento de fechas caóticas, reflexiones y nuevos propósitos, estaba bien darle al pause y congelar el ritmo. De madrugada (“me has pillado con insomnio”) Begoña Rodrigo contesta un mail de consentimiento. Y todo empieza. Charlemos.

¿Qué te hace soñar cuando estás en tu cocina?

Cocinar, eso es lo que me hace soñar. ¿Te parece poco? El hecho de dedicarme a lo que me atrapa, me apasiona, a lo que respeto, a lo que me llena, a lo que suma... De dedicarme a lo que me ayuda a ser mejor. Eso es lo que me hace soñar. Y además de todo eso, me da de comer.

¿En qué momento descubriste lo que querías ser?

Amsterdam, Holanda. 13 de Diciembre de 1996. Fue mi primer día en una cocina profesional, en ese mismo instante supe que esa iba a ser mi forma de vida. ¡Para que luego digan que el trece da mala suerte!

Cuando piensas en por qué querías ser cocinera, ¿sientes que has satisfecho esos deseos?

Mi profesión me ha dado mucho más de lo que yo jamás pensé que me daría. Soy, por convicción, una persona que espera poco o nada de la gente o de las cosas, así evito las decepciones. Prefiero ser de las que cree que recibes lo que das (y ni aún así). Pero cuando empecé a cocinar no tenía ningún tipo de referente, sólo sabía que me gustaba y ya está. Es el tiempo el que me ha enseñado que fui una privilegiada por estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, porque cocinar no es sólo ponerse delante de unos fogones, es también poder descubrir el mundo y sus componentes a partir de su producto. Eso es fascinante.

Begoña Rodrigo ante la luz

¿Es eso, esa fascinación, lo que más te gusta de tu trabajo?

Es el hecho de que nunca lo sabes todo, nunca, sino que siempre hay algo por descubrir, por indagar. Cada temporada te sorprende con nuevos productos. Es la naturaleza y su generosidad. Como ya sabes, además de cocinar, mi otra gran pasión es viajar y siempre digo que el mundo es demasiado grande y no me va a dar tiempo a verlo todo. Pues eso mismo aplicado a cocina: tantos productos y formas de cocinarlos como lugares que visitar. Nunca llegaré a cocinar todo lo que me gustaría.

¿Y lo que menos te gusta de tu profesión?

De mi profesión, estrictamente, no me disgusta nada. ¿Que es sacrificada? Bueno, nadie me obliga a ser cocinera, si quisiera trabajar 8 horas al día tendría que buscar otras opciones. Otra cosa es que no me gusta un pelo el circo que se monta alrededor de esta profesión, pero eso no tiene nada que ver con la cocina.

¿Cómo gestionas el ruido que genera ese entorno alrededor de la gastronomía?

El ruido se genera, de hecho hay gente con la bocina todo el día en la boca. Intento seguir mi camino, he hecho cosas que hubiera preferido no hacer pero que ese ruido me ha llevado a hacerlas. Ahora mismo estoy en ese punto de que cuanto más salgo de mi cocina, más me quiero meter en ella. Intento ser coherente con lo que pienso y no dejarme llevar, aunque no siempre es fácil.

¿Por qué crees que siempre pareces rebelde?

Ser rebelde no está mal, pero yo creo que más que rebelde resulto incómoda. La verdad, me da absolutamente igual, vivimos en una sociedad complaciente en la que se sonríe y acepta todo, en la que la ambición, la competitividad y el carácter (en positivo) se penalizan. Afortunadamente sólo tengo que agradecer el éxito de mi trabajo al esfuerzo y a los clientes que me han apoyado y han permitido que pueda desarrollarlo durante todos estos años. No hay padrinos, no hay mamoneo, y eso me dota de una libertad que a lo mejor no todo el mundo tiene, no lo sé. Pero no es una cuestión de rebeldía, que no quiero decir que no lo sea, es simplemente una cuestión de libertad, algo tan fácil y tan difícil al mismo tiempo.

Bego La Salita

Halagos y críticas. ¿Qué te ha hecho más bien?, ¿sentiste alguna vez que te estabas dejando llevar por quienes sólo te halagaban?

Las críticas positivas siempre van bien para seguir andando, a todos nos gustan que nos digan cosas bonitas y el que diga que no, miente. Pero una mala crítica a tiempo, bien argumentada, sin duda alguna me ha hecho avanzar mucho más rápido y de una forma más efectiva. Cuando vives en tu micromundo se te escapan muchas cosas y está fenomenal que de vez en cuando venga alguien y te explique qué cosas se te están escapando, es fundamental escuchar.

No creo haberme dejado llevar por los halagos, me cuesta mucho creerlos. Mira, mi guiri (su pareja) me enseñó a aceptar regalos, y le llevó su tiempo explicarme el porqué. Pues con los halagos es un poco lo mismo, gustan pero de ahí a dejarme llevar... no. Simplemente porque yo nunca estoy totalmente contenta con lo que hago, siempre le encuentro un pero a lo mío. Soy mucho más permisiva con lo de los demás.

Si echas la vista atrás, ¿qué crees que ganaste y qué crees que perdiste quedándote en España con la Salita en lugar de probar con otro reto en el extranjero?

No lo sé, no me gusta pensar en lo que podía haber sido y no fue. Yo sé lo que he ganado quedándome en España. Lo del reto en el el extranjero... tengo 40 años, Molins, y no voy a dejar que otro me lo cuente. Pregúntame lo mismo dentro de 10 años y ya te contesto lo que he ganado.

¿Qué te gustaría cambiar como cocinera?

Hay muy pocas personas con la genialidad de conseguir grandes cambios. Yo soy una simple cocinera, pero creo que la notoriedad de la que dispone nuestra profesión en estos momentos deberíamos usarla para poner en valor el trabajo de los que nos proporcionan los alimentos, concienciar a los ciudadanos del consumo de un producto que respete nuestro entorno. Un entorno, por cierto, que nos estamos cargando.

Una cocinera cítrica

¿Qué obsesión gastronómica te ronda últimamente la cabeza?

Ando bastante alucinada últimamente con las fermentaciones y el mundo agrio, pero obsesión, obsesión... no soy yo mucho de obsesiones, soy más de inquietudes.

¿Tu personalidad tiene algo que ver con tus platos o para nada?

La cocina es un maldito espejo. Cocinas como eres y como estás. Evidentemente que sea una cocina personal y que varíe constantemente, como es mi caso, ayuda a reflejar mucho más mi persona. Es fácil detectar qué productos me emocionan más viendo el resultado final. Cocinar no es sólo una profesión, es una forma de vida y cómo tal lleva implícito tu carácter en ella.

¿Cuál dirías que es la frase que define el momento en el que te encuentras?

Vísteme despacio que tengo prisa. Sé lo que quiero y dónde quiero llegar, pero hay que hacer las cosas bien y al ritmo que tienen que ser para llegar a tiempo. Sé que llegaré donde quiera, pero cuando yo quiera.