Marta Miranda, la capitana de un barco llamado Crockpotting

Marta Miranda, creadora de Crockpotting
Marta es, sin lugar a dudas, la promotora nacional del slow cooking. Entre sus reivindicaciones culinarias se encuentran el cuchareo y chuparse los dedos sin remilgos.
Por Paula Caeiro
28 de marzo de 2018

Cuando un proyecto se aborda con alegría y buen rollo, su objetivo es triunfar, y prueba de ello es el capitaneado por nuestra "crockpotera" favorita, el cual ha logrado popularizar el slow cooking en nuestro país.

Marta Miranda, donostiarra afincada en Madrid, se inició en la cocina con los guisos de su madre y mentora, para continuar en la cocina del restaurante Basque en Madrid, a las órdenes de Luis Irizar. Tras esta primera etapa entre fogones, su trayectoria profesional se reorienta para dedicarse al social media y a la escritura y fotografía para distintas publicaciones online y marcas de alimentación.

Colaboradora de El Comidista desde 2015, donde hace el papel de defensora del cocinero, una especie de señorita Rottenmeier, muy seria y con un poco de mala leche, que tiene la misión de atender a los lectores a los que no les salen bien las recetas que publican Mikel Iturriaga y su equipo. Analiza los fallos de los lectores y de sus compañeros, cocina las recetas y da su veredicto.

En 2013 creó Crockpotting, su buque insignia, una web dedicada a la cocina con slow cooker u olla de cocción lenta, en la que se pueden encontrar recetas, consejos y trucos para cocinar con Crock Pot, siendo hoy por hoy, la única web en castellano dedicada en exclusiva al slow cooking.

En 2016 publicó “Slow cooker. Recetas para olla de cocción lenta” un libro con recetas, consejos y un manual completo para iniciarse en la cocina con olla lenta, cuya tercera edición ha visto la luz recientemente. Actualmente, Marta Miranda trabaja en un nuevo proyecto editorial... ¿con qué nos sorprenderá esta vez?

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

Queso, tomates en temporada y conservas de pescado. Con esas tres cosas podría resistir un asedio.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

Zuberoa sin ninguna duda. Qué elegancia, qué sabor, qué fondos, qué servicio de sala y qué tarta de queso. Tienen todo mi amor.

¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?

Asador Etxebarri de Víctor Arguinzoniz. Me produce una enorme curiosidad que un asador vasco que trabaja la parrilla haya sido considerado como el 6º mejor restaurante del mundo en 2017. Hay que ir.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

La alta cocina. No es algo para todos los días, pero cuando me doy el gusto es todo un acontecimiento.

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

Qué difícil decir sólo uno. Mi referencia siempre ha sido el mercado de San Martín, que es el que pateé en mi infancia y juventud; aunque el mercado se tiró abajo y se construyó un conglomerado comercial con su Zara y su FNAC, allí siguen las kasheras vendiendo verduras frescas, hay pescaderías para quedarse a vivir allí, y Muñoa, una carnicería charcutería para perderse en sus vitrinas. Este otoño pasado disfruté mucho en el Reading Terminal Market de Philadelphia y en el mercado italiano de la avenida Arthur en Belmont, Nueva York.

¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?

Una comida en el Celler de Can Roca en la categoría de “me gustaría darme”, que aún no ha habido ocasión.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

No tengo ninguna historia de hacer miles de kilómetros para ir a comer a un sitio determinado o para buscar un ingrediente, pero creo que mi mayor locura han sido los banquetes pantagruélicos de varios platos que daba en mi casa hace años, cuando el cuerpo me aguantaba 3 o 4 días de preparación intensiva del menú para mí sola. Cuando llegaba la hora de comer casi lo que más me apetecía era irme a la cama con un ibuprofeno.

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

Las ostras. Matadme, pero soy incapaz de comerlas y de entender el placer de que te lleve una ola y te de dos mil vueltas en la boca.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

La personalidad de los chefs. En algunos casos parecen más importantes los pasos que dan en terrenos alejados de la cocina que su presencia en los fogones.

¿Y cuál se infravalora?

La intimidad de los comensales. Parece que lo más importante son las inquietudes de los chefs, y algunos olvidan que quizá has escogido su casa para tener una comida tranquila charlando con tus acompañantes, para hacer confidencias, planear un viaje, declararte, pedir el divorcio, yo qué sé… Esas constantes interrupciones durante toda la comida para contarte sus cuitas sobran y son incómodas. Los clientes respetamos la intimidad y el espacio de trabajo de los cocineros; por muy importantes que sean o se crean, a algunos nos encantaría disfrutar del mismo respeto.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

Hilario Arbelaitz. Es un enorme y humilde cocinero.

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

Los fondos, las salsas, mojar pan, el cuchareo y chuparse los dedos sin remilgos.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Prepararía una cochinita pibil con todos sus sacramentos para comer con las manos y pasar platos de lado a lado de la mesa. Ese tipo de comidas siempre terminan bien.