Xavier Sancho, un ortodoxo con placeres culpables

Retrato de Xavier Sancho
Aunque pide la vuelta de lo francés, rehusando el desenfado en los gastronómicos, admite que cada vez más le gusta comer mal, además de hacerlo bien. Es Xavier Sancho, el redactor jefe de 'ICON'.
Por Toni Castillo
29 de septiembre de 2017

Xavier Sancho estudió Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona. Trabajó en la revista gratuita de tendencias AB, empezó «un largo e irregular periplo como freelance» en medios como Men’s Health, Vang de La Vanguardia o Marie Claire, hasta recalar como colaborador en el 2000 en Tentaciones de El País.

En el periódico del grupo PRISA también ha escrito, publicaba los domingos del año pasado una columna, «luego me la quitaron, supongo que algún jefe la leyó, así es la vida», y ha colaborado con parte de sus suplementos con regularidad. Actualmente lo hace en Babelia, en la sección cultural del diario, en la de gente, en la de Madrid, ocupándose de gastronomía, en Magazine Fashion and Arts de La Vanguardia, donde tiene «una sección mensual de entrevistas con mujeres raras» y es, a su vez, redactor jefe de la revista ICON.

Cree que en la restauración actual se sobrevalora el desenfado, el ánimo por restar la rigidez habitual de los restaurantes gastronómicos. Odia, dice, esos «sitios caros de chefs guais que para hacerse los guais no ponen manteles, suben la música y dicen que con eso atraen a los jóvenes». Además, pide la vuelta de «todo lo francés». Le gusta.

Ese criterio tan rígido, quizás, le venga de nacimiento. Porque él es de Sant Carles de la Ràpita y allí, nos cuenta, «comer es sagrado». Pero llenar el estómago, a veces, también implica dejar a un lado los convencionalismos más ortodoxos y la finura. Caer en esos placeres culpables con forma de pizza de franquicia, llegando a adorarlos. No resistir la tentación de cocinar una de esas recetas descabelladas que pululan en redes sociales y proponen, por ejemplo, preparar una pechuga de pollo rellena de queso y envuelta en tiras de panceta. «Además de comer bien me está gustando cada vez más comer mal». Aunque tengamos clarísimo qué es comer bien y qué no, como lo tiene él.

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

Rape, boletus y butifarra del perol.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

Els Pescadors, Barcelona. Cada vez que voy allí soy muy feliz. Una mesa en la terraza, un arroz y una sobremesa larga. También Don Julio, Buenos Aires. No hay bife en el mundo como ese.

¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?

Me muero de ganas de ir a OSSO, a comer en la mesa del carnicero Renzo Garibaldi.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

La pizza Tony Pepperoni (masa pan) del Domino’s Pizza me ha curado tantas resacas como veces me ha mandado al gimnasio. La adoro.

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

En Madrid, Santa María de la Cabeza creo que está infravalorado y es fabuloso. En Barcelona iba siempre al Mercat de la Concepció, que debe ser lo único rico y bonito pero sin casi turistas que queda en la ciudad. Y si voy a Valencia a visitar amigos insisto en cocinar en casa –aunque luego nos peleemos sobre qué echarle al arroz- con lo que compremos en el Mercat Central. Me fascina.

¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?

Me pedí una langosta en un restaurante de París. Obviamente, no pagaba yo. Eran tres cifras. La empresa que me invitó ha debido quebrar.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

El año pasado me dejé el sueldo cenando en La Cigale, Londres. Solo por la mística de haber cenado allí, porque tampoco es nada del otro mundo. Hasta 2018 no toca otra locura similar.

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

El puto cilantro y las algas de las pelotas.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

El desenfado. Odio sitios caros de chefs guais que para hacerse los guais no ponen manteles, suben la música y dicen que con eso atraen a los jóvenes al quitarle la pompa al espacio. Los jóvenes deben emborracharse y comer pizza por la calle de madrugada, manchándose los pantalones. Ya tendrán tiempo de gastarse los cuartos en cosas menos divertidas cuando empiecen a tener resacas feas.

¿Y cuál se infravalora?

Creo que ya se valora todo, de hecho, creo que ya se sobrevalora casi todo. Desde el pan hasta el café.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

Siempre he sido muy de Carles Gaig.

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

Me gustaría que volviera todo lo francés.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Rape con ajos tiernos y níscalos.