Domingo. Falta poco para la hora de la comida. Estás en pleno barrio madrileño de Malasaña. Pones un pie en el primer bar que encuentras por el camino, te acercas a la barra y una botella te llama la atención. Se la señalas al camarero. Un spritz con Aperol, un auténtico aperitivo a la italiana, ha vuelto a pedirse.
Llegados desde el país de la pizza y la pasta, Aperol y el combinando spritz —trago generalmente elaborado con 3 partes de cava, prosecco o vino blanco, 2 partes de Aperol, un toque de soda, una rodaja de naranja y hielo— se han convertido en tendencia en los barrios más cosmopolitas y multiculturales de nuestras ciudades gracias al boca a boca, metafórica y literalmente hablando. Su característico sabor, su escaso amargo y su contenida graduación alcohólica son los responsables de conquistar paladares a la hora de nuestro aperitivo, a la hora del tan tradicional y arraigado aperitivo italiano —entre las 19 y las 21 horas— y a cualquier hora, porque lo cierto es que combinado con todo.

Y es que esta bebida de intenso color naranja, ligera y refrescante, es a día de hoy una magnífica alternativa para esos momentos previos a una comida, para esas tardes de afterwork, para esas salidas de tapeo o para disfrutar una noche cualquiera tanto sola con hielo, o simplemente muy fría, como en forma de Aperol Spritz, como se disfrutaría en el país del que es originaria.
Grazie —una vez más— alla bella Italia.