Jesús Trelis, entre las garras del periodismo gastronómico

Jesús Trelis en el restaurante Azurmendi de Eneko Atxa
Es periodista de vocación y un gastrónomo empedernido. Desde hace cinco años, manifiesta profesionalmente una de sus más primarias filias. Buenas mesas, historias con delantal, relatos de mandiles… Gastronomía que se escribe.
Por Toni Castillo
08 de mayo de 2017

Dice que de pequeño soñaba con trabajar en la radio, prestar su voz a informaciones, retransmisiones… entrar por el oído a quien se acerca a un medio tan íntimo. Aunque al final terminó conquistado por el papel. Jesús Trelis (Alcoy, Alicante, 1967) se define como un periodista de vocación «de pies a cabeza».

Estudió Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona. Hizo prácticas recurrentes en una emisora local valenciana, Radio Alzira, y pasó otro año aprendiendo en una frecuencia emblemática, como la de Radio Barcelona. Su carrera lo llevó a pisar el desaparecido Canal 9, montar una radio municipal, la de l'Alcúdia de Crespins y, tras esa aventura, recaló en su actual medio, el periódico Las Provincias, del que es Redactor Jefe de Local y Comunitat Valenciana.

En él fue donde sucedió lo que nunca pensó que sucedería. El que gozaba cocinando para la familia y los amigos, para más tarde quedar enredado en el placer adictivo de las buenas mesas que sorprenden, «nunca hubiese osado escribir de gastronomía». Pero osó. En 2012, tras más de tres lustros en el diario, le propusieron escribir un blog culinario y nació Historias con delantal. En él «los fogones y la literatura se dan la mano», apunta. Mister Cooking, su alter ego en la publicación, publica semanalmente tres artículos en la bitácora y, los domingos, salta al papel del periódico.

Jesús, tras cinco años juntando letras con sabores y aromas, puede decir que se siente bien a gusto entre las garras del periodismo gastronómico. Benditas zarpas.

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

Un alimento, el queso. Pero tres diferentes. Un azul de Ramón Lizeaga (Urdina), un comté de 24 meses (si puede ser) y cualquiera de Granja Cantagrullas.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

Yo iría todos los días al Rausell. Me da igual, en su barra o en una mesa.

¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?

¡Muchos! Uno de entrada: Aponiente. Un pecado no haber ido aún.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

Mojar el pan en el aceite de la ensalada. Es un placer glorioso.

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

Demasiado fácil. Mercado Central. Aunque me gusta también la ruta del barrio. Hay que hacer barrio.

¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?

Me gustaría hacer miles. Hecho, comer unas salchichas en la camioneta de Baejarins Beztu, en Reakiavik. No sé si es muy gourmet, pero me supo fantástico. O ir a estrenar Noor de Paco Morales. Obligado.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

Decenas. La que más feliz me hizo: coger un avión para ir a comer a casa de Eneko Atxa y volver.

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

Pues todos o ninguno, depende de la calidad de la materia o el ingrediente.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

Cada restaurante es un mundo. Una historia a veces sobrevalorada y muchas, la mayoría, infravalorada.

¿Y cuál se infravalora?

Al camarero. Es vital. Me rindo ante ellos.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

Lo sabía que caía ésta. Yo soy muy mucho de Kiko Moya; admiro a rabiar a Quique Dacosta y me deshago ante Ricard Camarena. Eso es así. Y bueno... tengo en un altar a Eneko.

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

El vino gratis (ja ja ja...) Molaría la carta de aceites.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Más que cocinar te sacaba mis quesos, buena hueva de atún, un tomate valenciano que quite el sentido bañado con aceite Lágrima y As Sortes a muerte.