Pensar en él es pensar en los tiempos que desembarqué en Madrid. Tenía 28 años y deseaba mucho ir a tomarme un cóctel a lo de Fernando del Diego. Como era su costumbre, él mismo me recibió en persona. Supereducado, siempre presente, desde la apertura hasta el cierre del bar. Escucharlo siempre fue un placer, solía visitarlo cada vez que podía. Él me preguntaba cómo estaba y generaba esa cercanía que solo un barman grande de verdad puede lograr. Admirado, sabíamos que si queríamos verlo, debíamos acercarnos a su lugar. No salía mucho, por lo que el que aceptara venir al congreso Mixology X Trends a contarnos sobre su vida me hizo feliz. Fue como si quisiera despedirse de esa manera. Fue un homenaje en vida, lo más lindo que le pudo haber pasado y que se merecía.
Relató cómo empezó como recogecolillas, pasó a botones y camarero hasta que salió una oportunidad en el bar. En sus tiempos, entrabas y te jubilabas en el mismo sitio. Por eso encontrar plaza de barman era tan complicado y el trabajo se cuidaba tanto. En sus tiempos, explicó, los hielos venían en carros y cada uno lo tenía que tallar. Eso tan en boga hoy en la coctelería japonesa… «¿Ustedes no saben lo que es tener las manos entumecidas de tallar todas las piedras que vas a utilizar? Nosotros hacíamos eso antes y, ahora que están las máquinas, ¡¿ustedes se quieren poner a tallar hielo?!», nos retaba.

Era un libro abierto, daba gusto escucharlo hablar. Fernando del Diego era (y será siempre) un señor barman. Ejecutaba con precisión sus tragos, se sabía cientos de recetas de memoria y tenía esa mirada de complicidad que te hacía sentir arropado y esa sapiencia que leía lo que necesitabas y en cada momento. Siempre me alentó y aconsejó. «Diego, tú tienes que volver a tener tu propio bar -me repetía-. Si se quiere, se puede, ¡vas a salir adelante!».
Recibir la noticia de su desaparición fue un golpe muy grande. Sé bien que el mejor homenaje que yo podría haberle hecho era el firmar mi propio local. No llegué a contárselo, me enteré de que había fallecido minutos antes de hacerlo realidad. El bar está en camino. Fernando querido, al estampar mi firma e iniciar este nuevo camino, mi pensamiento fue directo para vos.
¡Salud amigo mío! Para brindar hago uso de una frase de Gabo:
No llores porque pasó, sonríe porque sucedió.
Negroni Sbagliato
Diego Cabrera
- 2 cl de gin
- 2 cl de vermú rojo
- 2 cl de Campari
- Espumante
Añadimos todos los ingredientes, mezclamos y adornamos con rodajas de naranja y cáscara de limón.
