Dice Artur Martínez, cocinero del restaurante Capritx, que prefiere la sencillez reflexionada a la complejidad forzada. La naturalidad y la desnudez de las elaboraciones frente a los artificios y lo superfluo. Porque si es posible ejecutar una propuesta paciente y sincera, sin adulterar, sin hacer más de lo estrictamente necesario con un resultado extraordinario, ¿por qué hacerlo de otro modo?
Así que fue a ello en su casa, la que fue antaño también de sus padres y sus abuelos. Un humilde negocio familiar fundado en el 1952, en un barrio periférico de Terrassa, que en 2002 llegó a sus manos y se convirtió en el hábitat perfecto para desarrollar una cocina personal, diferente y alternativa. Porque las reducidísimas dimensiones del espacio, lejos de ser una pega, fueron una oportunidad. Para exprimir la pasión propia, para poner a prueba la constancia de todo un equipo y una familia.

Con cinco mesas para catorce comensales. Una cocina compuesta por tres fuegos, un horno y un baño María. Un único maître sirviendo en sala. Un solo chef, Artur, cocinando, respaldado por un stagier. Capritx, uno de los restaurantes con estrella Michelin más pequeños de cuantos existen en España, Europa y probablemente en el mundo, no necesitaba de más para ser viable, despuntar y sorprender.
Esta cocina que presta atención al más mínimo detalle, que mima la salida de cada plato y la elaboración de cada ingrediente, vive con la identidad territorial que le proporciona la comarca del Vallés Occidental. De sus campos nutre mayormente su despensa. Con la ayuda de sus pequeños productores consigue recuperar especies autóctonas olvidadas, perdidas e infravaloradas. Todo con el objetivo de generar valor.

Protagonizado por doce pequeñas degustaciones que van cambiando de acuerdo a la disponibilidad de los productos que las componen, su calidad o su temporada, el menú único sorprende por sus sabores puros, su ligereza, su limpieza y la reivindicación de la materia prima sobre todas las cosas. Son platos como la coliflor picante con queso viejo, el trinxat extraño con ajo escalibado, la caballa curada con mahonesa de sus huevas, la ternera con anchoa, el rossejat de algas y calamar, el hummus del ganxet y anguila, o la melaza, coco y vinagre.

Igualmente significativa es la bodega del restaurante, basada en una carta de vinos nada convencional. En ella prima la naturalidad, teniendo en cuenta que sean ecológicos; la elegancia, para que casen con la cocina de Capritx; la artesanía, para reforzar el compromiso con los pequeños productores; la baja graduación, para que no afecte al disfrute de la comida; y la identidad, buscando proyectos que busquen dignificar y recuperar uvas autóctonas en peligro.
Capritx
Calle del Pare Millán, 140 08225 Terrassa (Barcelona)
937358039
www.capritx.com
Mediterránea
52€-75€