Vermut St. Petroni Rojo, esencia del mejor albariño

Botellas de vermut St. Petroni Rojo
Fotografía cortesía de Vermutería de Galicia
Con carácter eminentemente gallego, el vermouth Petroni Rojo se diferencia de forma notable. El secreto es la mejor uva albariño y una combinación única de casi una treintena de hierbas.
Por Toni Castillo
28 de marzo de 2016

Se acostumbra a decir que todo está inventado, pero quizás deberíamos apostillar, sin embargo, que no todo está reinventado.

En el mundo de los vermuts seguramente poco podía innovarse. Las fórmulas y mezclas de hierbas son las que pueden marcar las diferencias, aportar matices más o menos notables, pero la elaboración de la bebida es la que es y los procesos no cambian demasiado. Apelar entonces a la tierra puede aportar el toque distintivo, enraizarse en el entorno y aprovecharlo. Es lo que hizo Vermutería de Galicia con su gran obra, el vermut St. Petroni Rojo.

A partir de una meticulosa selección de las mejores cosechas de uva albariño de O Val de Padrón, una zona bajo la D. O. Rías Baixas mimada por un microclima envidiable, se inicia el ancestral proceso de vinificación. Tradicional, sobre sus propias lías, como se ha venido haciendo en esas tierras desde tiempo inmemorial. Una vez listo el caldo, que como mínimo debe componer tres cuartas partes del vermú, se realiza la mezcla del vino con los alcoholes macerados con los botánicos.

Sirviendo vermut Petroni RojoFotografía cortesía de Vermutería de Galicia

En el caso del vermú gallego se emplean un total de 29 hierbas como la melisa, el tomillo, la salvia, la hierbaluisa, el laurel o el ajenjo, el más grande protagonista. Una hierba santa, sagrada en diversas culturas, que a lo largo de la historia inspiró a artistas como Da Vinci, Dalí o Wilde y que en esta bebida, junto al resto de plantas, ayuda a abrir el apetito. Y, por qué no, ayuda a evocar.

St. Petroni Rojo resulta, tras el ensamblaje, reposado y filtrado final, en un vermouth genuino como pocos. Conserva el inconfundible sabor, aroma y frescor del albariño, su principal rasgo, combinado de forma excelente con el dulzor y amargor característicos de la bebida. Personalidad propia para un elemento imprescindible de nuestros bares que, aunque nunca se fue, resurge en los últimos tiempos con una fuerza inusitada.