Fifty Pounds, una ginebra que vale su peso en libras

Una ginebra que vale su peso en libras
50 libras anuales era el impuesto que debía pagarse en Inglaterra por destilar ginebra en el siglo XVIII, una cifra que fue el germen de la Fifty Pounds, una ginebra de corte clásico con un pedazo de historia a sus espaldas
Por Toni Castillo
16 de mayo de 2014

En los inicios siglo XVIII, la boyante y reluciente Gran Bretaña se encontraba inmersa en un periodo en el que la producción y el consumo de ginebra, auspiciado directa e indirectamente por las autoridades, empezaba a convertirse en un problema social. La auténtica epidemia de embriaguez que estaba azotando a todos los estratos de la sociedad exigía medidas urgentes y el rey Jorge II, en 1736, decidió establecer un impuesto de 50 libras esterlinas anuales a los destiladores de ginebra.

La medida, tan desorbitada como poco exitosa, solamente fue acatada por dos productores quedando el resto en la ilegalidad o la producción para consumo privado. Fue en estos tiempos cuando una familia londinense, dedicada a la producción a pequeña escala de ginebra, dio con una fórmula de gran calidad que conservaron celosamente en su seno bajo la sarcástica denominación de Fifty Pounds, en referencia al atropellado impuesto.

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Durante cientos de años la receta de esta familia se había mantenido en privado pero, entrados en este siglo XXI y con el resurgir de la ginebra, decidieron desempolvarla y empezar a producirla. La elegida para este propósito fue Thames Distillers, destilería con dos siglos de experiencia a sus espaldas y alambiques John Dore & Co. para su elaboración.

La antediluviana y reservada fórmula, que combina once elementos botánicos entre los que destacan las bayas de los montes de Croacia, el cilantro de Oriente Medio, los granos del paraíso del Golfo de Guinea o las pieles de limón y naranja de España, resulta en una ginebra seca, de corte clásico, con ligeras notas cítricas y predominio del enebro.

Una ginebra que bien vale su peso en libras y bien vale tomarla sola, con tónica o en un martini seco; todo lo vale.