La historia de la humanidad se ha escrito sobre un segundo plano de dificultades, epidemias, hambrunas y crisis superadas gracias al propio desarrollo humano. Y precisamente ahora, cuando parecen estar vencidas la mayoría de estas dificultades, no dejan de aparecer movimientos contracorriente que dejan en el olvido muchos de los desencadenantes de estas crisis, cuestionando además el beneficio del propio desarrollo.
Una de las ultimas tendencias en el empeño de cambiar la dirección del desarrollo humano, es el consumo de la llamada agua cruda, agua bruta o raw water. Como su propio nombre indica, se trata de agua sin ningún tipo de tratamiento, tal y como puede encontrarse en las reservas naturales de aguas superficiales y subterráneas. Una serie de start-ups en los Estados Unidos, han hecho de este tipo de agua un negocio, comercializándola embotellada, sin ningún tipo de tratamiento, a un precio nada despreciable, al cambio, de varios euros el litro. Como factor común en este tipo de movimientos, esta nueva moda defiende los supuestos beneficios del consumo de este tipo de agua sin tratar, y conspira sobre los presuntos efectos negativos del consumo del agua procedente, tanto de la red de distribución pública, como del agua embotellada previamente tratada.
Mucho más que dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno
Y mucho más que eso ya que, a pesar de la simpleza que pueda aparentar su fórmula, la química del agua hace de esta, una sustancia única e indispensable para la vida. Y ni que decir tiene que para la vida en todas sus manifestaciones, ya que, el agua es el perfecto vehículo de transmisión y propagación de microorganismos causantes de una gran cantidad de enfermedades, y así lo ha sido a lo largo de la historia de la humanidad. La suerte es que, hoy en día, esta etapa ha sido superada gracias al tratamiento y control del agua de consumo humano.
Criterios sanitarios del agua de consumo humano
Aunque cada país tiene su normativa específica en cuanto a la salubridad del agua de consumo humano, a modo de ejemplo, podemos citar la normativa española. En España, la calidad del agua para consumo humano viene determinada por el Real Decreto 140/2003 en vigor en el momento de la publicación de este artículo. En este texto legal, uno de los primeros criterios que se citan sobre cómo debe ser el agua para consumo humano, es el siguiente: el agua de consumo humano debe ser salubre y limpia. Parece una obviedad, pero el movimiento del consumo de agua cruda defiende lo contrario. El texto, no deja al azar cuestiones como el origen de la captación del agua, distribución, tratamiento y hasta métodos de análisis, pero sobre todo, las decenas de sustancias que deben controlarse en el agua para garantizar la salud humana; sustancias como, por citar alguna de las más conocidas: arsénico, cianuro, mercurio, benceno, cloroformo, bacterias coliformes (las de la "caquita"), microorganismos y hasta sustancias radiactivas, entre muchísimas otras. No puede decirse, por tanto, que sean pocas y cobardes las sorpresas que nos puede deparar un agua sin tratar.
Tras esta breve explicación de los riesgos que puede entrañar el consumo de agua sin tratar, cabría preguntarse; ¿quién en su sano juicio optaría por el consumo voluntario de este tipo de agua, más aún, pagando no poco por ello?. Pues amigos, como las meigas, "haberlos, haylos", y están entre nosotros.