La gastronomía va mucho más allá del arte a la hora de preparar una buena comida, de la afición al buen comer o del conjunto de platos y usos culinarios propios de un determinado territorio. En la cocina entra en juego la cultura, el conocimiento y el compromiso. Una responsabilidad que trasciende los fogones tanto si hablamos de grandes nombres, populares chefs, como de cocineros anónimos. Esos adeudos asumidos con la sociedad, ese particular contrato con la labor transformadora que puede y debe tener la gastronomía, es lo que premia el Basque Culinary World Prize.
Impulsado por el Basque Culinary Center y respaldado por el Gobierno Vasco, el galardón internacional pretende poner en valor la vertiente más humanista de la cocina y premiar anualmente a cocineros que empleen la gastronomía para mejorar la sociedad, que desarrollen proyectos destinados a mejorar su entorno a partir de la profesión que desarrollan. Y no deben ser chefs famosos o populares, ni cocineros de grandes restaurantes premiados por las más notables publicaciones. Puede ser cualquier contribuyente a un mundo mejor, comprometido con el resto a través de los fogones, que será nominado por otros chefs, por restauradores, escritores o periodistas.

El premio internacional, presentado el pasado mes de febrero por Joan Roca, que se estrenaba en su primer acto público como presidente del Consejo Internacional del BCC, será otorgado por este comité e invitados especiales versados en otras disciplinas. Además del responsable de El Celler de Can Roca, el consejo está conformado por Gastón Acurio, Ferran Adrià, Alex Atala, Dan Barber, Heston Blumenthal, Massimo Bottura, Michael Bras, Yukio Hattori, Enrique Olvera y René Redzepi. Como expertos en otras materias se contará para esta primera ocasión con el escritor Harold McGee, el historiador, profesor y gastrónomo Massimo Montanari, la escritora Laura Esquivel y la relatora en el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos Hilal Elver.
El jurado tomará una decisión sobre los nominados el próximo mes de julio, a través de una deliberación presencial. El Basque Culinary World Prize se entregará dos meses más tarde, en un acto que se celebrará en septiembre, y tendrá una dotación económica de 100.000 euros que el ganador deberá donar a un proyecto de su elección que ahonde en ese poder transformador de la gastronomía. Porque como dijo Gastón Acurio en la presentación del galardón:
La cocina no es un fin en sí mismo, sino un medio para resultados mucho más importantes. Asumida así, ha probado ser una herramienta poderosa de cambio. Por eso, los cocineros deben estar comprometidos y conscientes de su contribución a una sociedad más justa, solidaria y sostenible.