Edimburgo está considerada como una de las ciudades más hermosas de Europa. Su casco histórico es un lugar por donde pasear y disfrutar de numerosas joyas arquitectónicas, siendo su castillo una visita obligatoria para cualquiera que viaje hasta Escocia. Además, como no podría ser de otra forma, es un lugar rico en rincones especiales, pequeños locales que mantienen una tradición centenaria relacionada con el mundo de la cultura. Uno de los más importantes es, sin duda, The Elephant House.
Aunque a primera vista nos transmite la típica sensación atemporal de los locales clásicos británicos, en realidad The Elephant House abrió en 1995. Eso sí, desde entonces se ha vuelto un lugar de encuentro indispensable para los autores más famosos de la ciudad, como, por ejemplo, Ian Rankin, cuyas novelas protagonizadas por el detective Rebus son famosas en el mundo entero, o también Alexander McCall Smith, autor de La primera agencia de mujeres detectives.

Pero si el Elephant House ha dado el salto de lugar de encuentro literario a atracción turística internacional, esto ha sido debido a que en una de sus mesas J. K. Rowling escribió el primer libro de Harry Potter. Así es, cuando era una absoluta desconocida, Rowling se acercaba cada tarde al café y pasaba las horas enfrascada en la escritura junto a una buena taza de café.
Hoy en día no es raro ver a aspirantes a escritores trabajando con sus portátiles en alguna de las mesas del Elephant House, así como a un buen número de fans de Harry Potter tratando de captar el ambiente que inspiró a su autora favorita.

De hecho, su cuarto de baño se ha convertido en un inmenso lugar de encuentro entre los fans, que llevan años dejando mensajes relacionados con Harry Potter escritos por todas partes: las paredes, el techo, los espejos, las puertas… se ha convertido en un tributo tan increíble que los dueños han decidido dejarlo así.
En el caso de que os queráis acercar al Elephant House a tomar algo, está en la zona de los pubs universitarios. La comida es la típica de los pubs escoceses: entrantes contundentes, como nachos con salsa o sopa de la casa, pizzas y platos principales como lasaña, tarta del pastor, haggis, hamburguesas o salmón. Además, claro, de una buena selección de cafés, tés y pasteles.