La historia de este mercado se remonta a 1958, cuando el anterior mercado construido por Pedro Llorca Vidal, por encargo de su hermano, resulta insuficiente para satisfacer la demanda de productos frescos de la población que no dejaba de aumentar en el marinero barrio del Cabanyal. El nuevo mercado abarcaría 3.550 metros cuadrados, con una fachada orientada a la calle de Martí Grajales y Marino Sirera. 400 puestos de frutas, verduras, ultramarinos, carnes, pescados, fiambres y otras ricas viandas salpicaban de alegría y estruendo su interior. En esos tiempos, en su exterior los agricultores de las zonas cercanas seguían acudiendo directamente a vender sus productos, una práctica que hoy en día se mantiene con la tira de comptar que tiene lugar los jueves y sábados.

Si hay algo que sigue siendo característico del mercado es la calidad y variedad de los pescados y mariscos que se venden al público. Entre llamadas de atención y bromas, los comerciantes de las pescaderías atraen a los clientes a gritos, dando al recinto un alegre barullo. El edificio, situado exactamente en el medio de las demarcaciones del Cabanyal y del Canyamelar, es uno de los más ricos y surtidos de la ciudad de Valencia. Punto de encuentro de cocineros, restauradores y gourmets, que se entremezclan con los ciudadanos que acuden a realizar su compra diaria.
Entre los numerosos puestos del mercado, hay muchos que han pasado de generación en generación y que son testigo vivo de la evolución culinaria y gastronómica del barrio. Uno de los más antiguos es Pescados Bianca, todo un referente del género fresco marino. Sus productos cuentan con el aval de cientos de consumidores, que son conocedores de que este puesto es uno de los mejores de la ciudad. La tradición convive con la innovación, el mercado se ha ido adaptando a los tiempos, mejorando tanto en los servicios tecnológicos que ofrece como en el catálogo de productos y tipología de negocios. Por ejemplo, La Despensa de Alejandro se centra en la alta charcutería y en las viandas más selectas, entre sus especialidades, ibéricos de altísima calidad, jamón ibérico de bellota de Guijuelo y jamón serrano de Aragón. Destaca también su fina cecina de León, el aceite virgen extra que traen de Segorbe, los quesos de Toledo y las anchoas y boquerones de Santoña.

Las conservas de pescado y otros salazones son parte indispensable de este mercado de abastos. Negocios como ‘Olives i Saladures Vicente Gay i Rut’ se centran en escoger los mejores salazones y los más finos encurtidos. Desde hace más de 70 años, la familia que regenta el puesto ofrece delicias como mojama, hueva, anchoas del Cantábrico o todo tipo de encurtidos. En el mismo tipo de productos se especializa Salazones Antonio, otro negocio familiar regentado por tres generaciones distintas. Los miembros del clan se especializan en el más exquisito bacalao noruego en lomos, la mojama de atún de almadraba, la hueva de atún y de maruca y unas características aceitunas partidas de hierbas.
Comprar da hambre, y en el Bar El Mercado tienen todo lo necesario para cumplir con el mítico almuerzo valenciano: un gran surtido de bocadillos, tapas y sus famosas croquetas caseras, perfectas para el aperitivo de antes de comer.