Ruzafa lleva una década siendo uno de los barrios de moda de Valencia. Sus antiguas calles pobladas por artesanos y comerciantes, subyugadas en los años 80 y 90 por la decadencia y la falta de inversión, vieron en la rehabilitación y la transformación de su morfología urbana un resurgir no exento de inconvenientes.
Se pasó de una barriada popular necesitada de equipamientos a una zona en boga, en la que bares, interesantes restaurantes, tiendas, galerías de arte y locales de ocio dominan el paisaje. De la triste degradación a una casi inevitable gentrificación. Erigiéndose como uno de los núcleos más cosmopolitas y multiculturales de la urbe, objeto de deseo de visitantes y nuevas generaciones amantes de la efervescencia cultural que ahora lo caracteriza. Una nueva era para un antiguo pueblo que continúa vivo en uno de sus corazones, su mercado.

Como la mayoría de las plazas comerciales, el Mercado de Ruzafa ha sido un reflejo de la metamorfosis de su entorno más inmediato. Espejo de las crisis, del abandono, de los tiempos de oportunidades y de la revitalización. Retrato de la población que ha habitado a su alrededor a lo largo de los años, de la que empieza a habitar ahora y de la que se acerca para descubrirlo.
Fruto de esa instantánea que hace de la sociedad, este mercado construido en 1957 con un proyecto de Julio Bellot Senet muestra en sus puestos los hábitos de consumo reinantes. Desde los productos frescos que todo comprador de antaño se llevaba y lleva a su casa, prestando esencialmente atención a su calidad, a las materias primas que hoy en día llenan las cestas de la compra de los más jóvenes e interesados por la cuestión gastronómica.

La especialización llevada al más mínimo detalle en puestos de frutas y verduras como Agrolife, cuyos productos provienen de «agricultura tradicional sin productos químicos». En carnes como las de Bon Profit, de producción enteramente ecológica, o las de Filo, toda una institución en Ruzafa. Charcuterías como la de Isabel Martínez, centrada en la selección de jamones ibéricos, de Teruel, Granada, Trevélez y quesos tanto nacionales como de importación. Aceites naturales, condimentados, caramelos, miel, mermeladas, membrillos y licores, directamente de cooperativa, como los del puesto que tiene la cooperativa de Altura. O productos foráneos, igualmente frescos, como los mexicanos en forma de chiles, harinas o tomatillos como los de La Despensa de Frida.

El Mercado de Ruzafa tiene calidad, precio y variedad. Productos que solamente en él pueden encontrarse. Puestos que por sí solos merecen una visita. No en vano es el segundo mercado de la ciudad en historia e importancia, solamente por detrás del capital Mercat Central.