Hace años que el entorno de la plaza en la que confluyen la calle Atocha, la calle de Santa Isabel, la calle de la Magdalena, la calle del Amor de Dios y la calle de León, la plaza de Antón Martín de Madrid, se ha convertido en una zona en boca de todos. El barrio se ha transformado en un hervidero cultural y gastronómico en el que antiguos negocios han renacido y un buen puñado de nuevos ha aparecido. En este contexto cambiante, su tradicional mercado también ha evolucionado.
El Mercado de Antón Martín, que con orgullo se continúa definiendo como tradicional, bien podría ser el modelo de un nuevo mercado tradicional, como muchos lo reseñan. Una conveniente revitalización, imperativa si se quiere continuar sobreviviendo, que busca hacer convivir lo de toda la vida con lo nuevo. Lo que siempre estuvo con lo que en el futuro estará. Es una transición necesaria para que todo continúe, para que la vida de los mercados quede asegurada en el transcurrir del progreso contemporáneo.
Hay que olvidar la visión que se tiene de un mercado gastronómico a rebosar de turistas y locales en busca de un plato, al mismo tiempo que se aparta también la imagen de un mercado convencional triste, con cada vez menos vida en sus puestos. El Mercado de Antón Martín es pura luz, ilusión, orgullo por el futuro. Un espacio revitalizado en el que conviven los comercios que toda la vida han estado, llevados generación tras generación por los miembros de una misma familia, con pequeñas barras en las que degustar cocinas llegadas de varias partes del mundo. Quién se lo hubiese dicho a quienes abrieron los primeros negocios allá por el 1941.

De las carnicerías, pollerías y charcuterías con excelente y seleccionado producto, sin olvidar pescaderías, verdulerías, fruterías y otro tipo de puestos dedicados a la materia prima, pasamos a tiendas de productos gourmet, negocios especializados en comida griega, puestos de algas y una amplia variedad de bares que en gran medida se abastecen del propio mercado y presentan diferentes gastronomías de todo el mundo.
Encontramos Fiaschetteria La Saletta con menús diarios y una carta de pizzas, pizzetas, receta de calzone y otras especialidades italianas, El Manjar del Conuco con una deliciosa propuesta gastronómica vegetariana, Casa Bora con diferentes platos de la cocina taiwanesa, Más que café con una variada oferta de platos caseros de la cocina peruana y española o Yokaloka, una simpática taberna japonesa en la que disfrutar de sushi hecho al momento tanto allí mismo como para llevar. El Mercado de Antón Martín es un perfecto ejemplo de convivencia sin artificios, ni postureo.