Tomar el vino a la maldita temperatura ambiente

El vino y la maldita temperatura ambiente
Aquello de que el vino debe degustarse a temperatura ambiente es un completo mito, a no ser que vivas en una bodega.
Por Pascual Drake
10 de octubre de 2013

Lo de que el vino debe beberse a temperatura ambiente es una de las frases que más se escuchan y uno de los mayores mitos que existen en torno a dicha bebida. Hablamos de tinto, claro, sobre el blanco aún no lo he escuchado aunque no descarto escucharlo, que el postureo alrededor de la cultura vinícola gana enteros y ya cualquier posición que le haga a uno destacar en una conversación, por muy descabellada que sea, parece defendible y aceptable.

Centrémonos: el tinto se bebe a temperatura ambiente si uno vive en una bodega, y por bodega me refiero a la parte excavada en el que las bodegas crían sus vinos. Ahí, sí. Cojo botella, quito telaraña, me ajusto el forro polar y descorcho: ¡vinazo a temperatura perfecta! Lo único que falla en este idílico proceso es que desde hace unos años nos ha dado por vivir en casas en lugar de excavaciones. Un detalle que echa a perder lo de la temperatura ambiente.

El tinto se debe beber a una temperatura máxima de 18 grados más o menos, y eso en invierno, pues bien, más o menos lo puede proporcionar una casa. Pero en verano la cosa cambia, y el ambiente de los 18-19 grados pasa a los 25 grado arriba grado abajo y lo que era un vino tinto se nos convierte en una estupenda sopa de uva. Y como que no, ¿no?

Así, con ambiente caluroso el tinto debe enfriarse previamente a ser servido, no es ningún sacrilegio. Tinto en cubitera el tiempo suficiente para que baje un poco su temperamento, y a ser todos felices descorchando un manjar a la temperatura ideal. Lo de que los tintos no son para el verano viene precisamente de la maldita temperatura ambiente, de negarse a enfriar un tinto, de mirar con malos ojos al que pasa por la nevera un buen crianza de Rioja o Ribera del Duero.

Y si el camarero te mira mal cuando le pides que te traiga la cubitera el problema lo tiene él, que quede claro.

Con otros tipos de vinos no hay discusión ya que parece que todos coincidimos en que los blancos, rosados, cavas y champagnes se beben bien fríos. Los hay quienes los prefieren no tan fríos cuando ese blanco ha tenido una crianza en barrica, y buscan disfrutar de ciertos matices que las altas temperaturas pueden esconder. Más allá de eso, hielo a discreción.