De la Riva, la casa de comidas singular

Singular es el adjetivo que escogen para definir lo que se respira en el comedor y, por extensión, en el restaurante De la Riva en su conjunto. «Como concepto contrario a plural o múltiple, a repetido o aburrido, pero sobre todo como contrario a vulgar, a poco original, carente de excelencia y sin misterio alguno», apuntan con razón.

Esta casa de comidas es genuina, nada de imitaciones. Es el presente de un negocio que abrió por primera vez sus puertas en 1932 de la mano de Obdulia y Paulino de la Riva en el centro de Madrid, a un paso de Príncipe de Vergara. El lugar al que acudían obreros, con su tartera de casa, dispuestos a darse un almuerzo completo. El primer plato, unas alubias de Ibeas o unas lentejas con chorizo; el segundo, lo que llevasen en esas cajas de hojalata, y como postre, uno de sus famosos flanes, un arroz con leche o un café de puchero.

De la Riva

Ese espíritu, pese al cambio de costumbres y hábitos de las gentes, permanece. La tasca ha cambiado de manos con el paso de los años, incluso se ha mudado, situándose ahora en el número trece de la calle Cochabamba, pero guarda sus raíces. Conserva su comida casera y suculenta, su apertura única y exclusiva de 13 a 18 horas continúa y su carta, con los platos que el mercado ese día haya hecho posibles, sigue cantándose en cuanto un comensal toma asiento.

De la Riva

En la sala, decorada con obras pictóricas y gigantescas botellas de vino de la casa que caen a una por día, resuenan exquisiteces de ese crisol de gastronomía española que son muchos de los locales de Madrid. Perdices estofadas, chicharro en escabeche, congrio en salsa verde, ensaladilla rusa, pecho de ternera, delicias de merluza, verduritas de la huerta, potaje de vigilia, gallina en pepitoria o coquinas a la sartén, entre otros platos que pueden encontrarse permanentemente o en temporada.

A ellos se suma una pequeña bodega que, además de contener las botellas de 27 litros que se sirven realmente, no son decoración, aglutina más de cuarenta referencias provenientes de al menos diez denominaciones o regiones productoras españolas.

De la Riva

Ejecutivos, obreros, políticos, comerciantes, deportistas de élite… todos los que han compuesto la clientela de la casa De la Riva, y continúan componiéndola, pueden estar pidiendo platos hasta las cinco de la tarde. Momento, probablemente, en el que las mesas de madera maciza se conviertan en tapetes sobre los que jugar una partida de cartas o dominó antes de que el restaurante cierre las puertas y justo después de los postres. Ese popular flan al que aludíamos, condecorado por algunos como el mejor de la capital, y otras delicias como las natillas caseras, como todo lo es aquí.