«En un fin de semana típico recibíamos de diez a doce llamadas diarias solicitando una reserva. Tras la emisión del programa, creo que tengo unas setenta sólo del primer fin de semana». Son palabras recogidas por Bon Appetit de la chef Niki Nakayama, responsable del restaurante N/Naka, preguntada por la repercusión de su aparición en la primera temporada de Chef's Table.
Una serie documental creada por el cineasta David Gelb y distribuida por Netflix que estrenó su primera temporada sin apenas publicidad, aunque llevando en sus capítulos nombres tan destacados como el de Massimo Bottura, Dan Barber, Francis Mallmann o Magnus Nilsson no le iba a faltar. Ben Shewry y la propia Nakayama, aunque razonablemente populares, eran los desconocidos por el gran público que servían de excepción.
La segunda temporada de Chef's Table: un acercamiento a cocinas más desconocidas

Esta segunda temporada, sin embargo, el enfoque parece haber cambiado. La discreta publicidad del estreno se ha mantenido, sí, pero se ha rebajado acertadamente la fama de los protagonistas. Es interesante conocer en profundidad el trabajo de las grandes estrellas, muchísimo, pero también lo es adentrarse en las cocinas de chefs más discretos e igualmente buenos en lo suyo. Algunos de ellos, probablemente, sean en el futuro los grandes nombres de los que todos hablemos.
Esa variación en el planteamiento, intencionada o no, también ha cambiado de posición al foco. De centrarse esencialmente en Estados Unidos y Europa, pasamos a realizar un delicado acercamiento a Asia y Latinoamérica, sin olvidar nuevamente los anteriores territorios.

De esos chefs tan destacados mundialmente y con tanta repercusión mediática, pasamos a otros como Ana Roš, del esloveno restaurante Hiša Franko, Dominique Crenn, del estadounidense Atelier Crenn, o Enrique Olvera, del mexicano Pujol. Suenan más los nombres de Grant Achatz, Alex Atala o Gaggan Anand, pero igualmente están en un nivel inferior al de los Bottura o los Barber.
El ritmo narrativo, como en la primera tanda de episodios, nos acerca a la historia personal de los cocineros, a sus rutinas en el trabajo, sus motivaciones y pasiones, así como a la cultura que los rodea a través de sus ojos. Es una aproximación diferente, mucho más íntima y cercana, que sin embargo flaquea cuando se contraponen unos episodios con otros, esencialmente cuando hablamos de hombres y mujeres. Se atisba un destaque de un cierto heroísmo en el caso de los primeros y de dramas, con grande carga sentimental, en el caso de las segundas. Quizás es paternalismo, quizás condescendencia o quizás casualidad, pero el visionado conjunto saca a relucir estos detalles.

El primer episodio, dedicado a Grant Achatz y Alinea, es un puro retrato. La captura del alma de este virtuoso y artístico chef americano que por poco, por culpa de un cáncer, pierde el sentido más importante para un cocinero: el del gusto, en el significado más literal. En la segunda entrega, sobre Alex Atala y su D.O.M., nos adentramos en grandiosos parajes naturales en busca de lo silvestre, los ecosistemas más sorprendentes, los ingredientes más desconocidos. Aunque también aparecen las drogas.
Con Dominique Crenn llegamos a un punto de vista más emocional, esos recuerdos infantiles al otro lado del atlántico, en la Bretaña francesa, una adopción a tempranísima edad, la pesada muerte de su padre y la enfermedad de su madre. Siguiendo a Enrique Olvera, del mexicano Pujol, uno se sumerge en la gastronomía urbana del país y ve la traslación que hace de ella el chef.

Con Ana Roš, del esloveno Hiša Franko, vuelve el sentimentalismo. Aunque ella nunca ha pisado una escuela de cocina ni se ha formado para cocinar, cocina de una forma sublime, recuperando ingredientes tradicionales y autóctonos para su propuesta. Sin embargo, el capítulo demasiadas veces se acerca a lo romántico, con discursos sobre el amor, la relación con su esposo y la vida familiar. Intimidades que vemos en el resto, sí, pero de tan significativa forma.
Finalmente llega el sexto y último capítulo de la temporada, el dedicado a Gaggan Anand del restaurante Gaggan, en Tailandia. En él es protagónica su carrera por recuperar las diferentes cocinas tradicionales de la India, en otro país, y la historia que supuso escalar puestos en el listado The World's 50 Best Restaurants.

Pese a todo, Chef's Table sigue siendo una de esas joyas relucientes del catálogo de Netflix. Una de esas series audiovisuales que quizás pasan desapercibidas para el gran público pero que, una vez conocidas, atrapan. El montaje, la fotografía, el sonido, el formato… todo está pensado, aunque a veces se abuse de ciertos recursos, para que el disfrute gastronómico a falta de aromas y sabores sea máximo. Nos queda una tercera temporada dedicada a Francia, con Alain Passard, Michel Troisgros, Adeline Grattard y Alexandre Couillon, y una cuarta. Las veremos.