Desde la ciudad de Bilbao nos llega la dulzura de Arrese, una casa con seis distintas ubicaciones distribuidas a lo largo y ancho de la urbe. En ellas se distribuyen dulces clásicos desde la perspectiva de la renovación y el entendimiento por la cultura de repostería y confitería más autóctona. La historia de Arrese se remonta a mediados del siglo XIX, cuando Idelfonso Arrese y Catalina Begoña abrieron una tienda de ultramarinos que gracias a la maña en la cocina de Begoña, se transformó en una popular pastelería. Las siguientes generaciones continuaron profesando un fiel amor a la calidad y al dulce, haciendo que el negocio familiar prosperara y creciera hasta los tiempos actuales, en los que a la oferta de siempre se han sumado innovaciones y nuevas formas de comercio.
En la carta de productos figuran especialidades como las trufas y las palmeras. Las primeras, tan apreciadas e irresistibles, destacan por su generoso corazón cremoso y suave, que está envuelto por una crujiente cobertura de chocolate de gran calidad. En conjunto, resultan ligeras, bien acabadas y con un sabor natural. Un pequeño juego de texturas y contrastes que bien pueden ser clásicas y de notable tamaño o de crema de café, nata, naranja y coñac.

El otro producto estrella, las palmeras de chocolate, han ido aumentando de popularidad con el paso de los años. La receta incluye un hojaldre muy trabajado y mejorado, que resiste la humedad y tiene un espectacular sabor a mantequilla. Las palmeras se cubren con chocolate trufado, dando un resultado soberbio y perfecto. Cada día se dispensan más de mil unidades, cifra que aumenta hasta más de 1.400 los fines de semana.

En la emblemática tienda de la Gran Vía, de indudable belleza y estilo decorativo, se pueden encontrar también pastas de té, bombones, tejas, florentinas, magdalenas, mostachones, crujientes croissants, caracolas o los tan bilbaínos bollos de mantequilla. Además hay pasteles y tartas como el ruso, el milhojas o el pastel vasco, un esencial de la repostería euskera que consiste en una generosa masa de pasta de harina, manteca y huevos que se rellena –siguiendo el estilo clásico– con crema pastelera y con fruta en sus versiones alternativas.

Una de las tartas actuales que han popularizado en Arrese es el llamado Moro y Cristiano, un dulce conformado por una placa de esponjoso bizcocho de mousse de chocolate con una capa de nata y otra de trufa. Esta dulce tentación se finaliza con una fina ralladura de chocolate y azúcar glasé. Triunfa también el canutillo, una pieza de repostería que parte de un cilindro de hojaldre que se rellena de crema pastelera y acabado con azúcar glas. El producto, en apariencia sencillo, es una declaración del dominio absoluto sobre la técnica precisa y la memoria confitera del País Vasco.