Algo canalla, poco ortodoxo y un enamorado del buen comer, así es el abogado procesalista Álvaro de Cáceres Sastre, un hombre de leyes que pese a sentir debilidad por la comida italiana y cuidar que en su despensa nunca falten las mejores variedades de pasta, cuando vivía en el país con forma de bota soñaba —literalmente— con un cochinillo asado de su querida Segovia. Y es que como en casa no se comen en ninguna parte, por ello la ciudad del acueducto es su ciudad gastronómica por excelencia, considera que las cocinas son el alma de un hogar y el aroma a migas lo transporta a la finca extremeña de su abuela donde pasaba largas temporadas. Pero pese a deshacerse pensando en apetitosos platos como uno de boletus, de hecho su último capricho fue "un buen atracón" de estos hongos, reconoce ser capaz de disfrutar de la comida basura de vez en cuando. Puede que lo encuentres en su último descubrimiento, Bon Vivant (San Gregorio 8, Madrid), o en un rincón gastro para desconectar como La Buena Vida (Conde de Xiquena 8, Madrid), pero lo que es seguro es que Madrid entre semana le encanta para salir.
¿Qué ingrediente te define?
La sal, sin duda.
¿Qué podemos encontrar en tu despensa?
Siento debilidad por la comida italiana, de manera que nunca falta la pasta en todas sus variedades.
¿Y en la nevera?
Lo único que siempre hay es una botella de cava.
¿Cuál es tu playlist para una comida con amigos?
Voy creando listas diferentes para cada estación del año. En la de este invierno están: Javiera Mena, The Shangri-Las, Linda Mirada y The Hardcore of Beauty, entre otros. Además, hay un disco que siempre pongo cuando viene gente a casa, Ben Webster meets Oscar Peterson and Gerry Mulligan, el jazz no puede faltar.
¿Y la canción para el fin de fiesta?
Love is like a heath wave de Martha Reeves and the Vandellas.
¿Qué distingue a un buen anfitrión?
Es esencial ser hábil creando una buena mezcla en la lista de invitados, conseguir que al lado de cada comensal siempre haya alguien que pueda resultarle interesante o divertido.
¿Qué significa para ti la cocina?
La cocina es el corazón de las casas, no existe ninguna cocina en el mundo que no sea acogedora. Además, en mi caso, cocinar me sirve para relajarme, olvidar las tensiones cantando a grito pelado y bailoteando mientras preparo algo rico.
¿Un placer (in) confesable?
Aun a riesgo de que dejéis de hablarme, reconozco que soy capaz de disfrutar de la comida basura de vez en cuando.
¿Una ciudad gastronómica?
La mía, Segovia. Cuando vivía en Italia, me despertaba de vez en cuando después de haber soñado que me zampaba un cochinillo asado, literal.
¿Un rincón gastro para desconectar?
El restaurante La Buena Vida, en Conde de Xiquena 8 (Madrid). Es un restaurante para llegar y dejarte aconsejar, algo que me encanta. Detesto tomar decisiones cuando presiento que todo lo que está en la carta es delicioso.
¿Un aroma?
Cuando era pequeño pasábamos muchas temporadas en la finca de mi abuela en Extremadura, allí era muy habitual que antes de salir al campo desayunásemos migas. Cuando en algún sitio las cocinan, su olor me transporta directamente a los mejores momentos de mi infancia.
¿Un capricho reciente?
Hace unas semanas me di un buen atracón de boletus que tuve que pagar a precio de oro, pero valió la pena.
¿Una locura gastronómica?
Uf, no soy nada ortodoxo, así que locuras, cometo demasiadas.
¿Una bebida?
El cava, como ya adelanté. ¡Ah! tampoco me viene mal un Dry Martini, eso sí, muy seco y con dos aceitunas.
¿Qué llevas cuando te invitan?
Normalmente vino, aunque dependiendo de la confianza que tenga con el anfitrión o la anfitriona me puedo atrever a llevar algo para la casa.
¿El look perfecto para salir a cenar?
Me gustan mucho las americanas de terciopelo combinadas con vaqueros pitillo.
¿A qué cinco personajes vivos o muertos invitarías a tu cena-fiesta?
Truman Capote, Wallis Simpson, Diana Vreeland, David Bowie y María Antonieta.
Para esta cena-fiesta, ¿cocinarías o encargarías la comida?
Encargaría la cena, ¡no querría perderme ni un sólo minuto de la conversación de semejante pandilla!
¿Cuál sería tu última cena?
Tendría que haber bien de ostras, cava y música en directo. Por supuesto, acabaría la velada bailando encima de la mesa antes de irme a la cama acompañado.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
La trufa. Es verdad que es una delicia, pero por un lado me parece que cuando la usas en una receta todo sabe solamente a trufa (aunque esto igual es porque soy un pelín bruto y la mesura no me caracteriza), y por otro lado es un disparate lo caras que son.
¿Tu noche favorita de la semana?
Me gusta salir por Madrid entre semana. Hay menos gente, pero el público es mucho más canalla. Por desgracia no puedo hacerlo tanto como me gustaría.
Cuando entras en un restaurante, ¿en qué te fijas primero?
Me parece superimportante la actitud de la primera persona que me atiende al llegar. Me gusta que me hagan sentirme cómodo, que parezca que me estaban esperando justo a mí.
¿Tu último descubrimiento gourmet? Restaurante, café, bar...
Últimamente voy mucho a Bon Vivant (San Gregorio 8, Madrid). Además de que lo tengo al lado de casa, me encanta la decoración, el que esté abierto todo el día y esas grandes cristaleras; a parte por supuesto, de que se come fenomenal.