Perseguir los sueños y seguir el dictado de lo que el corazón le manda a uno, y en parte también la cabeza, es la obsesión de muchos, la forma de alcanzar la felicidad plena y ser fiel consigo mismo. Álvaro Sampedro, un madrileño que hasta hace bien poco era un exitoso headhunter de una gran multinacional, decidió desarrollar su faceta más creativa abandonando su profesión y dedicándose a sus dos grandes pasiones, el paisajismo y la pintura, diseñando jardines por todo el mundo y pintando al óleo.
La cocina es un placer
Y como de casta le viene al galgo, Álvaro en lo primero en que se fija al entrar en un restaurante es "en si tiene una terraza agradable", uno de sus rincones gastro para desconectar es el madrileño Iroco "por su patio-jardín" y lo que lleva cuando es invitado a cenar vino "y una planta". Su placer totalmente confesable, según nos asegura, son los bollos de mantequilla de la bilbaína pastelería Zuricalday, el ingrediente que lo define es el azafrán y el aroma por el que tiene debilidad es el de la higuera. Sus trabajos paisajísticos y de jardinería podemos encontrarlos en su recién estrenada página web, www.alvarosampedro.com, sus obras pictóricas en galerías como Atelier des Jeunes y sus gustos más foodies en la entrevista que nos ha concedido.
¿Qué ingrediente te define?
El azafrán.
¿Qué podemos encontrar en tu despensa?
Pastas de cualquier tipo.
¿Y en la nevera?
Agua con gas Perrier, cevezas Casimiro Mahou, gazpacho hecho en casa, vino blanco, naranjas de zumo para el desayuno, verduras de huerta ecológica y un buen chuletón de ternera gallega.
¿Cuál es tu playlist para una comida con amigos?
Bossa nova.
¿Y la canción para el fin de fiesta?
New York de Frank Sinatra.
¿Qué distingue a un buen anfitrión?
Relajarse y disfrutar.
¿Qué significa para ti la cocina?
Un placer.
¿Un placer (in) confesable?
Es confesable, los bollos de mantequilla de Zuricalday, una pastelería en Bilbao.
¿Una ciudad gastronómica?
Roma.
¿Un rincón gastro para desconectar?
El restaurante Nino en Roma e Irocco en Madrid por su patio-jardín.
¿Un aroma?
El olor a higuera.
¿Un capricho reciente?
Comer en el restaurante Pere Batlle en el Ampurdá.
¿Una locura gastronómica?
La tarta de queso del restaurante Cañadío en Madrid.
¿Una bebida?
La cerveza Marcenado de Casimiro Mahou.
¿Qué llevas cuando te invitan?
Vino Naia, blanco de rueda y una planta.
¿El look perfecto para salir a cenar?
Cualquier cosa de Pugil (sastrería en la calle Villanueva, Madrid).
¿A qué cinco personajes vivos o muertos invitarías a tu cena-fiesta?
Luis Escobar (Marqués de las Marismas del Guadalquivir, actor), Berlanga (director de cine), Luis Barragán (arquitecto), Fernando Caruncho (paisajista), Piet Oudolf (paisajista), mezclados con mis amigos.
Para esta cena-fiesta, ¿cocinarías o encargarías la comida?
La encargaría en el restaurante Cañadío de Conde de Peñalver, Madrid.
¿Cuál sería tu última cena?
Dados de merluza y gambas con chipirones en su tinta y arroz.
¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?
La trufa.
¿Tu noche favorita de la semana?
El lunes, que suelo quedarme en casa.
Cuando entras en un restaurante, ¿en qué te fijas primero?
En si tiene una terraza agradable.
¿Tu último descubrimiento gourmet? Restaurante, café, bar...
Bocadillo de Jamón y Champán en la calle Fernando VI, 21. Toc al Mar, en Platja d'Aiguablava Begur y Los asturianos en Madrid, ¡los mejores platos de cuchara!