David Blay Tapia, un 'foodie' con zapatillas

Retrato de David Blay Tapia
Se dedica a la información y las relaciones públicas en materia deportiva, pero David Blay Tapia también sabe y mucho de gastronomía. Especialmente a la hora de elegir una buena mesa.
Por Toni Castillo
03 de julio de 2017

Más de dos décadas lleva David Blay Tapia (Valencia, 1978) trabajando en los medios de comunicación. Esencialmente en el mundo de la información deportiva, asesorando a deportistas de élite y empresas en su relación con los periodistas, retransmitiendo eventos deportivos en Radio Marca… pero también en la puesta en marcha de radios online, con la empresa Sono On Lorem, de la que es cofundador; así como en el ámbito de la gastronomía, el talento y la productividad empresarial.

Esa polivalencia comunicativa le ha permitido ser director y presentador del programa El mundo que viene en Radio Emprende, publicar una columna semanal en la edición valenciana del periódico El Mundo y otra mensual en el portal Mamiconcilia.

David Blay Tapia también se dedica a la docencia, siendo profesor en másteres de la Universidad Politécnica de Valencia, Florida Universitaria y la Universidad Católica de Murcia, al mismo tiempo que colabora como ponente en cursos sobre redes sociales profesionales y lleva adelante varios proyectos literarios. Ha escrito junto a Mario Rebollo el libro Todos los días sale el sol. Y si no sale, ya me encargo yo de sacarlo, en el que se relata la vida del deportista paralímpico David Casinos, y ha publicado en solitario ¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?, en el que aborda la actual y futura dimensión del teletrabajo.

Además de escribir sobre la cuestión culinaria, cómo no, también come. Y lo hace con muy buen gusto, tal y como queda patente.

¿Cuáles son los tres primeros alimentos que te entran ganas de adquirir cuando sales de compras?

Pan poco tostado con mucha miga, foie y un buen salmón.

¿Cuál es ese restaurante que repetirías sin parar?

Antes, cuando estaba abierto Chocomeli. Un sitio a la antigua, con una caldereta de bogavante a la que le añadían dos huevos fritos cuando solo quedaba caldo y lo rebañabas con la cuchara. Hoy me encantan Karak y La Pitanza por muchas razones.

¿Y cuál el que no has ido pero te mueres de ganas por ir?

El gastronómico de Ricard Camarena, sin duda.

¿En qué placer culpable te gusta incurrir (de vez en cuando) a la hora de comer?

Tomo golosinas antes de comer o cuando cocino. Es un tema infantil que no se me ha ido, no se me irá y mantendré aunque me indigeste una y otra vez. [sonríe]

¿Cuál es el mejor mercado para ir de compras gastronómicas?

Creo que en Valencia hay muchas opciones, porque aunque el Central se lleve la fama hay cosas específicas que solo puedes encontrar en Ruzafa o El Cabanyal. Lo mejor que tiene Valencia es que puedes encontrar lo que busques vayas donde vayas.

¿Qué capricho foodie te has dado recientemente o te gustaría darte?

Me he quedado sin probar la temporada 2 de Fierro y estoy rabioso por ello, como le he comentado a su creador Germán Carrizo. Espero probar la tres y que hagan un remember porque las fotos que he visto en Instagram conseguían transmitirme hambre instantánea como si fuera el perro de Pavlov.

¿Recuerdas alguna locura que hayas hecho por amor... a la cocina?

¡Cocinarle a mi mujer un arroz! A pesar de que mi abuelo paterno se crió en la Albufera y cada domingo nos hacía en Almussafes unas paellas legendarias, yo no heredé (ni me interesé, dicho sea de paso) su mano para la cocina. Pero un día quise venirme arriba, le pregunté los pasos a un amigo, me los apunté en un papel a la antigua usanza y... ¡se podía comer! No lo he vuelto a repetir por si acaso. [ríe]

¿Qué ingrediente o materia prima consideras sobrevalorado?

El cilantro.

Y en los restaurantes, ¿qué aspecto se sobrevalora?

Los platos con más de siete ingredientes. Muchos de ellos están muy buenos, pero otros tienen tantos sabores que eres incapaz de apreciarlos. De hecho, cuando me los presentan solo me quedo con los dos primeros, entre otras cosas porque desconozco muchos del resto. A ello se le une que los chefs tienen muchos conocimientos pero su personal de sala no puede llegar en ocasiones a ese nivel y explicar las recetas de carrerilla no aporta mucho a la experiencia.

¿Y cuál se infravalora?

Se infravalora la sala. Yo vengo de un mundo de relaciones públicas, donde lo más importante es cómo te percibe la gente y los contactos que realizas de la manera adecuada. El trato es fundamental. Y, sin embargo, parece que ser cocinero sea la bomba pero que atender a los clientes sea algo accesorio. Alguien dijo que si no sabes sonreír no abras un negocio y, en un momento donde hay muchos restaurantes buenos, la diferencia puede estribar no tanto en sus platos como en que te sirvan bien, no te agobien, sepan explicarte las cosas y no den la sensación de estar desbordados.

¿Tu cocinero/a favorito/a?

Por amistad, concepto vital y valentía, Germán Carrizo y Carito Lourenço. Por espíritu de lucha, Rakel Cernicharo. Y por filosofía, Diego Laso.

¿Qué crees que debería ponerse de moda en la cocina?

En menús largos, un amigo me dio una vez una idea preciosa. Un pequeño libro al lado con dos frases por plato en la mesa, donde puedas leer tranquilamente el concepto como si fuera una obra de teatro o una pieza musical. Creo que es preferible a tener que escuchar y asimilar (la mayoría de veces sin éxito) una retahíla de conceptos atropellados.

Si nos invitas a tu casa a cenar, ¿qué nos cocinarías?

Tartar de atún con aguacate, sésamo y salsa de soja y focaccia con queso emmental, tomate y pavo.