Boris Becker, nacido en la localidad alemana de Leimen en 1967, ha sido uno de los tenistas más carismáticos, a la par que problemáticos y turbulentos, en la historia de este deporte. Ganador de casi una cincuentena de títulos ATP, incluyendo 6 Grand Slam, y posteriormente entrenador de Novak Djokovic, es considerado por los expertos como uno de los grandes del deporte de la raqueta, especialmente por sus exhibiciones sobre la hierba del All England Club de Londres, donde demostró ser un auténtico maestro en el juego de saque y volea.
Pero poco o nada se imaginaría el bueno de Boris que más de 30 años después de su primer triunfo sobre el verde de Wimbledon, cuando se convirtió en el ganador más joven de la historia del torneo, tres tipos del municipio valenciano de Alboraya se inspirarían en él para crear una nueva cerveza artesanal. El equipo de Zeta, personificado por Manolo Fuentes, el maestro cervecero; Carlos Ramada, el que maneja los números; y Guille Lagardera, el encargado de la comunicación y redes sociales, ha vuelto a adentrarse en el terreno de las cervezas alemanas que tan buenos frutos le ha dado en el pasado.
Desde su coqueta y moderna fábrica rodeada de campos de naranjos y chufas, se han puesto manos a la obra para producir otra birra de origen bávaro después de los éxitos cosechados con la que sigue siendo su buque insignia, la Zeta Hell, una lager de estilo alemán que se ha convertido en toda una referencia entre las cervezas españolas de baja fermentación, y con su penúltima creación, la Zeta Trïgger, una hefeweizen tradicional con kilos y kilos de trigo alemán. Esta vez, el turno es para otro estilo clásico como es la doppelbock aunque, eso sí, con una vuelta de tuerca.
A las doppelbock o doble bock se les conoce jocosamente como cervezas doble cabrón, no sólo por pegar más fuerte y ser variantes más maltosas y alcohólicas que las bock tradicionales originarias de la zona de Múnich, sino también porque bock se traduce del alemán como macho cabrío. La historia cuenta que surgieron durante la Edad Media, fabricadas por monjes franciscanos para alimentarse durante la Cuaresma y otras épocas de ayuno, convirtiéndose en su sustento o pan líquido durante los períodos en los que no podían ingerir alimentos sólidos.

Seis meses de barrica de roble para doppelbock de Zeta
Pues bien, la de Zeta no es una doppelbock al uso sino que va un paso más allá. Se le somete a un proceso de envejecimiento en madera para acabar aportando más equilibro si cabe a una cerveza excelente ya de por sí. Antes de ver la calle, My Name Was Boris madura durante seis meses en barrica de roble, para seguir envejeciendo otros tres meses en botella. El resultado es una cerveza de color cobrizo oscuro, poca carbonatación, una gran complejidad maltosa y una alta concentración alcohólica que ronda el 9%. Una cerveza curvilínea, cargada de matices a toffee y caramelo que llegan al paladar con la fuerza de un saque directo firmado por el mismísimo Boris. Es por tanto, una cerveza para tomar de forma pausada y tranquila, en copa, ideal para los meses más fríos del invierno.
Esta no es la primera ni la última incursión de los chicos de Zeta en el mundo de las cervezas envejecidas en barrica. Ya el año pasado estrenaron su Modernly Aged Beer Series a la que también pertenece esta doppelbock con el lanzamiento de My Name Was Barack, una barley wine con un 10,5% de alcohol en la que el expresidente de los EEUU, Barack Obama, ocupaba el lugar de honor ahora reservado para el mítico tenista alemán. Como en aquella ocasión, My Name Was Boris también es una edición limitada, una tirada corta de apenas 1.000 litros a la espera de ver con qué receta clásica nos sorprenden el año que viene. Mientras tanto, disfrutemos lo que podamos de esta cerveza elaborada con cinco maltas (Pilsen, Munich, Carahell, Caramunich y Caraaroma) y tan solo una variedad de lúpulo (Perle).