Tarde o temprano tenía que ocurrir. Con su fábrica ubicada en Alboraia, rodeada de campos de chufas, estaba cantado que algún día los chicos de Zeta acabarían por sacarse de la chistera alguna cerveza elaborada con este tubérculo o con su producto más preciado, sobre todo en tierras valencianas, la horchata, como ingrediente estrella.
Pero Manolo, Carlos y Guille no lo han hecho solos esta vez, sino de la mano de otros grandes de la escena artesanal española: Naparbier. Los de Alboraia y los de Noaín han formado equipo para crear la primera cerveza elaborada con horchata que ha sido bautizada como Tigernut Milk, leche de chufa y, por lo tanto, horchata en inglés. Y a diferencia de otras marcas y cerveceras que han intentado jugar con este ingrediente en el pasado, no han querido emplear la chufa tal cual como un componente más de la maceración o la fermentación, lo que habría dado lugar a una cerveza más plana sin apenas carbonatación, sino que han decidido emplear la horchata como producto acabado.
Eso sí, esta bebida típicamente valenciana preparada a base de chufa molida, azúcar, canela, agua y cáscara de limón resulta extremadamente compleja de usar como adjunto de una cerveza por su enorme cantidad de azúcares, proteínas y minerales. Por ello, tras varios experimentos, decidieron emplear horchata en polvo que es añadida a la cerveza después de la fase de dry hopping. Una solución a medio camino entre usar la chufa tal cual y emplear la horchata líquida tal y como la consumimos.
Cerveza Tigernut Milk, de los campos de chufa a la lata

El resultado es una Milkshake IPA poco convencional, a la que posiblemente le falte la turbidez proporcionada por la lactosa que se suele adicionar en este estilo, y que, como apuntan sus creadores, seguramente se deba a un centrifugado y tiempo de lagering excesivos que han limpiado la cerveza más de lo esperado. Aun así, la horchata le aporta una importante sedosidad que recuerda al paso por boca de esta famosa bebida blanca, algo de aroma a chufa, y un punto de dulzor residual, nada excesivo, que intenta compensar el potente amargor de esta cerveza.
Porque sobre todo se trata de una cerveza amarga, muy amarga, una West Coast IPA en toda regla con aromas a pino, resina y pomelo, y cantidades ingentes de lúpulo Centennial y Simcoe añadidas en late hopping (más de 20 gramos de lúpulo por litro). Una India Pale Ale moderna que sigue las directrices del estilo nacido en la Costa Oeste de los Estados Unidos, con una graduación alcohólica del 6,5% acorde a las últimas tendencias en cuanto a cervezas lupuladas, con su aroma generoso, una ligera turbidez y un amargor consistente.
Aunque Naparbier tiene bastante más experiencia en este tema ya que cuenta con su propia máquina enlatadora, para Zeta resulta ser su primera referencia en lata y quién sabe si la primera de muchas si le acaba convenciendo este formato que está llamado a ser el futuro de la distribución de la cerveza artesanal. Un sistema que, como ya hemos comentado en artículos anteriores, conlleva importantes ventajas a la hora de transportar y almacenar cerveza, además de preservar mejor todos los aromas y sabores de estas birras tan lupuladas, pues son totalmente opacas a la luz.
Unas latas de 440 ml que además resultan muy atractivas visualmente, decoradas siguiendo la estética de los grafismos típicos de Naparbier, que en última instancia son los padres reales de la criatura, pues todo el proceso de elaboración se ha realizado en su fábrica de Noaín. Eso sí, los navarros prometen devolver la visita a tierras valencianas en un futuro para una posible segunda edición, en la que se subsane esa falta de turbidez que le resta la apariencia de batido de cerveza que caracteriza este estilo. De momento están en circulación unos 3.000 litros de la primera cerveza del mundo con horchata que bien vale la pena probar. ¡Això és or xata!