Como casi todas las marcas de cerveza artesanal, Rosita, originaria del municipio tarraconense de Alcover, también tiene una curiosa historia detrás. Concretamente la de dos amigos, Ramón Ollé y Pep Pérez, que tras años trabajando en grandes multinacionales decidieron embarcarse en un nuevo proyecto creando un pequeño despacho de asesoría y consultoría.
Si estáis familiarizados con cómo funciona este sector, sabréis de sobra que el flujo de trabajo no suele ser demasiado constante. Y fue precisamente durante uno de esos largos períodos en los que el teléfono no sonaba y nadie requería de sus servicios cuando ambos colegas se pusieron a divagar sobre la posibilidad de iniciar otra empresa desde cero. Primero pensaron en el sector de los vinos y luego en el de los vermuts, hasta que un buen día Ramón, charlando con su madre, descubrió que la cultura cervecera ocupaba un lugar de privilegio en su familia, decantándose finalmente por este otro producto.
Resulta que sus antepasados, antiguos gerentes de una fábrica de lejías y jabones en su Tarragona natal, tuvieron que emigrar a Cuba junto a su hija pequeña Rosita, debido a las dificultades económicas que atravesaban en ese momento. Poco se sabe sobre lo que pasó durante su estancia en el país caribeño, pero a su vuelta a España trajeron consigo su propia birra, una cerveza elaborada con miel, muy suave y refrescante.
Llegados a este punto, Ramón y Pep ya tenían muy claro que iban a dedicarse a elaborar cerveza y el nombre de la futura marca era más que evidente: un homenaje a la bisabuela de Ramón que volvió de Cuba con una cerveza bajo el brazo. Ahora sólo faltaba lo más importante: los conocimientos necesarios para producir su propia cerveza.
Para ello, viajaron por Europa en busca de sabiduría cervecera, hasta que se toparon con la cervecería francesa Brasserie des Alberes, muy cerca de la frontera con España, y con su maestro cervecero que les ayudó a montar su propia fábrica y les dio un consejo básico que a día de hoy todavía siguen: hacer una cerveza artesana de calidad que sepa diferente a las cervezas industriales y que guste a la gente, no sólo a los entendidos.

Rosita Original, una cerveza artesanal adelantada a su época
Inspirada en la receta original que volvió del Caribe junto con la bisabuela de Ramón y siguiendo las pautas marcadas por el maestro cervecero de la comuna francesa de Sorède, ambos socios fundaron Cerveses La Gardènia junto con la marca Rosita en abril de 2007. Inmediatamente comenzaron a fabricar la cerveza más icónica de la marca, Rosita Original, a punto de cumplir los 10 años en este 2017 y una de las cervezas artesanas más antiguas y con mayor tradición de nuestro país.
Obviamente, sus comienzos no fueron nada fáciles: fueron unos adelantados a su época y tuvieron que convivir con el desconocimiento y la incultura general relacionada con el mundo de las cervezas artesanas, antes de producirse el boom de este producto. Por fortuna, lograron hacerse un pequeño hueco en el mundo de la alta restauración. Y de los mejores restaurantes, de España, algunos de ellos con ‘estrella’, Rosita Original pronto pasó a hacerse un nombre en el panorama cervecero nacional y también internacional, exportándose a países como Australia, Japón, Canadá o EE.UU.
Pero hablando de la cerveza en sí, esta Rosita Original es una cerveza rubia, de color dorado, de alta fermentación. Una golden ale en toda regla, algo afrutada con notas a plátano, manzana y melaza. Esos toques le dan un sabor ligeramente dulzón que nos recuerda a la miel que llevaba su receta original y a fruta madura. En definitiva, se trata de una cerveza elegante, con una graduación alcohólica del 5,5%, ideal para tomar con el aperitivo y que marida perfectamente con calçots, además de espárragos verdes, alcachofas, ensaladas, verduras a la parrilla y caracoles, sin olvidarnos de las carnes blancas y los pescados azules. En nuestra opinión, una de las mejores cervezas artesanales catalanas del momento.