Villarreal es una pequeña localidad castellonense de apenas 50.000 habitantes que, como ya hiciera hace unos años con el fútbol, ha logrado situar a esta provincia sobre el mapa cervecero artesanal español. Si bien existen otras grandes referencias birrísticas en la región más septentrional de la Comunidad Valenciana, como son Badúm en Peñíscola, Montmirà en L’Alcora o Castelló Beer Factory en la mismísima capital de provincia, hasta ahora ninguna de ellas ha conseguido el reconocimiento internacional cosechado por Lacabra Beers.
Reconocimiento que le ha llegado en apenas 3 años de vida, pues fue en 2014 cuando Toni Estellés, farmacéutico de profesión y cervecero por devoción, y Héctor Serrano, estudiante de económicas y también devoto de las birras, fundaron la marca de la cabra en la localidad castellonense famosa por su cerámica. Antes de embarcarse en este proyecto, ambos emprendedores ya habían conocido de cerca el mundo del home brewing o fabricación casera, y para aquella época ya se sentían preparados para llevar sus recetas al siguiente nivel.
Eso sí, no de la manera más tradicional, montando su propia fábrica, sino siguiendo la filosofía del gypsy brewing, es decir, elaborando sus productos en las instalaciones de otros cerveceros que se las prestaban o alquilaban. Una manera diferente de enfocar la producción de cerveza artesanal que implica retos muy apasionantes y a veces complicados de superar, pero que también permite una mayor interacción con otros cerveceros y un aprendizaje mutuo que sin duda contribuye a un mayor desarrollo personal y profesional.
Lacabra Francachela, triunfadora en los World Beer Awards 2016
Hasta ahora son dos las cervezas producidas y comercializadas por esta microcervecería villarrealense: Lacabra Summer Ale, una cerveza rubia de alta fermentación, con 4,5% de graduación alcohólica, muy refrescante e ideal para los días más calurosos del año; y Lacabra Francachela, una American Pale Ale elaborada en las instalaciones de Badúm, que se ha convertido en el baluarte de la marca, por ser la primera producida por Toni y Héctor, y gracias sobre todo a sus numerosos galardones nacionales (incluyendo Birrasana y el concurso de homebrewers de la Comunidad Valenciana) e internacionales, siendo el más importante de ellos el premio a la mejor pale ale española del año 2016 otorgado en los World Beer Awards celebrados en Londres el pasado mes de septiembre.
Como todas las APA o American Pale Ale, se trata de una adaptación americana de las clásicas pale ale británicas en las que las variedades de lúpulo (mucho más cítricos que los lúpulos nobles ingleses) y las levaduras utilizadas marcan la diferencia, dando lugar, en este caso, a una cerveza moderadamente amarga (30 IBUs) y con una graduación alcohólica del 5,2%. En particular, la Francachela, cuyo nombre hace referencia a un grupo desorganizado de personas que se divierten comiendo y bebiendo, está elaborada con cuatro tipos de maltas diferentes, lúpulos americanos y australianos, y una levadura especial de la Costa Oeste de los Estados Unidos, además, claro está, de agua castellonense.
El resultado de combinar estos ingredientes con absoluta maestría es una cerveza de color cobrizo y reflejos anaranjados, de cuerpo ligero y carbonatación media. En cuanto a sus aromas, destaca la presencia de lúpulos con notas frutales, cítricas, a resina, melocotón y pino. Se trata de una cerveza perfectamente equilibrada que sabe cómo combinar ese amargor de los lúpulos con el dulzor tradicional de las maltas. Sin duda, una de nuestras cervezas favoritas a nivel de Comunidad Valenciana.