Amor a primera birra. Así describen la conexión que sintieron James Welsh y Alberto Zamborlín cuando se conocieron por primera vez hace años en Barcelona durante un curso cervecero en la academia del gran gurú de la cerveza artesana en nuestro país, Steve Huxley. James, inglés, venía de una familia muy arraigada al mundo de la cerveza con padre y tío ejerciendo de maestros cerveceros y hermano regentando un pub. Mientras, Alberto, italiano, había descubierto las bondades de la birra artesana mientras estudiaba un máster en Dublín y había comenzado su primera experiencia como homebrewer en el garaje de su casa.
De ese primer encuentro nació la idea de empezar un proyecto en común. Las cervezas que habían compartido durante el curso impartido por el genio de Liverpool les habían impresionado, pero estaban lejos de hacer que se volvieran locos, como ellos mismos explican. Y precisamente con esa intención de producir cervezas que hicieran exclamar un wow a sus consumidores, pusieron en marcha el proyecto de Garage Beer Co. en la Ciudad Condal en enero de 2015.
Tenían claro que querían montar un local que hiciera las veces de fábrica y brewpub en pleno Eixample barcelonés, lugar de culto para los entusiastas de la cerveza artesanal, rebautizado por muchos como Beerxample. Tras tres meses de búsqueda intensiva dedicando jornadas de ocho horas a visitar instalaciones candidatas, escogieron una antigua papelería en la calle Consell de Cent que a lo largo de estos cinco años han convertido en lugar de peregrinación para los fans del craft beer.
De estética moderna y algo hípster, es un local que recuerda a un garaje industrial, pero decorado con muebles vintage para acomodar a los parroquianos. Tras la barra, 12 tiradores de cervezas propias y alguna que otra referencia de cervecerías invitadas, que se pueden degustar junto a diferentes tapas como patatas, hummus, nachos, quesadillas o tablas de embutidos y quesos. Y al final del local, en un área acristalada, el equipo de fabricación que en su día importaron de Bulgaria y que a día de hoy sigue funcionando a pleno rendimiento.
Eso sí, las instalaciones del brewpub ahora están reservadas para la fabricación de pequeños lotes de estilos experimentales y brett con levaduras salvajes, mientras que han trasladado la elaboración del resto de sus recetas a una nueva fábrica en el barrio de Sant Andreu, un local más amplio y con mayor capacidad de producción inaugurado en 2017. Un crecimiento que fue posible gracias a una campaña de crowdfunding que en su momento se convirtió en una de las más exitosas de nuestro país, recaudando medio millón de euros.
Pero este no fue el único proyecto importante que acometieron ese año pues también se convirtieron en coanfitriones, junto a Edge Brewing, de uno de los festivales de cerveza artesana más importantes de nuestro país, el Mash, que cada otoño reúne en la Nau Bostik lo mejorcito del panorama cervecero nacional e internacional.
Garage Soup IPA, una sopita de lúpulos Mosaic y Citra
Aunque los chicos de Garage no rehúyen ningún estilo pues se atreven con sours y stouts por igual, siempre se han caracterizado por su apuesta por el lúpulo con cervezas muy amargas o aromáticas, envasadas preferiblemente en formato lata de 44cl, el contenedor ideal para proteger y salvaguardar todas las propiedades de esta variedad de cervezas, decoradas con grafismos de dibujos animados.
Y dentro de esa apuesta por el lúpulo fresco a mansalva, hay que destacar una de sus referencias más icónicas, su Soup IPA, una NEIPA deliciosa con una graduación alcohólica del 6%, muy aromática y sin apenas amargor (tan solo unos 35 IBUs) que con el tiempo se ha convertido en su buque insignia
Como todas las IPAs de este estilo nacido en la costa este de los EEUU, está elaborada con lúpulos americanos, en este caso Mosaic y Citra, añadidos tanto durante el whirlpool como en dry-hopping, y levadura de la variedad Vermont Ale. El resultado es una cerveza de color naranja o melocotón coronada con una espuma de color marfil muy persistente, muy cremosa y sedosa, además de densa y turbia que recuerda más a un zumo de frutas que a una cerveza de corte clásico.
De hecho, sus aromas y sabores bien podrían ser los de una macedonia de frutas con notas a mandarina, pomelo, piña, mango y papaya. Una cerveza dulzona con mucho cuerpo por la presencia de maltas de trigo y sobre todo avena, además de cebada (Golden Promise y Cara Gold) y bastante carbonatada. Un ejemplo perfecto de cerveza New England IPA (de hecho, una de las primeras referencias españolas de este estilo) afrutada, tropical y ligeramente cítrica, fabricada en el corazón de Barcelona.
