Logan Plant, el protagonista de esta historia, descubrió el apasionante mundo de la cerveza de la mano de su padre al que solía acompañar en su juventud y adolescencia por los numerosos pubs que frecuentaba en los West Midlands ingleses. A los 20 años ya soñaba con montar su propia fábrica de cerveza, aunque dejó aparcado ese sueño temporalmente para dedicarse a otra de sus grandes pasiones, la música rock, siendo vocalista de la banda Sons of Albion durante aproximadamente una década. Por si todavía no lo habíais adivinado, ese entusiasmo por el rock & roll también se lo debe a su padre, ni más ni menos que Robert Plant, líder y vocalista de uno de los grupos más legendarios de la historia, Led Zeppelin.
Durante una de sus giras por EEUU, Logan conoció de primera mano la escena craft que estaba resurgiendo por tierras americanas y se enamoró inmediatamente de su sabor, aroma y la perfección con la que maridaban con la carne a la barbacoa, otra de sus debilidades. Ya en 2011, de vuelta en Inglaterra y habiendo dejado la banda, Plant comenzó a hacer sus primeros pinitos como homebrewer para poco después abrir en el norte de Londres el Duke’s Brew and Que, un restaurante de comida americana que incorporaba su propio brewpub y donde Logan fabricaba la cerveza que ahí se servía a escasos metros de los fogones, ya con el nombre de Beavertown.
La etapa de Duke’s fue muy productiva para el negocio. Una época que permitió a Logan experimentar con diferentes estilos, sobre todo aquellos que mejor maridaban con la comida del local, y lanzar algunas de las variedades que se han convertido en buques insignia a lo largo de estos años como Neck Oil, Smog Rocket, 8 Ball y Gamma Ray. También fue el momento en el que aparece en escena otro de los personajes importantes en la historia de Beavertown, Nick Dwyer, por aquel entonces camarero en Duke’s que antes o después de su turno, solía sentarse en la barra a dibujar algunos bocetos. Esas ilustraciones coloridas, casi psicodélicas, captaron la atención de Logan y Nick pronto se convirtió en el diseñador de las etiquetas y latas de Beavertown, tornándose una de las señas de identidad de la marca.
Precisamente las latas aterrizaron en Beavertown en 2014, tras haberse mudado al barrio londinense de Tottenham en busca de una expansión necesaria que ya les había llevado a trasladarse a Hackney Wick un año antes. A apenas 2km del mítico White Hart Lane y del nuevo Tottenham Hotspur Stadium, encontraron el espacio necesario para desarrollar su negocio y convertirse en una de las marcas de referencia en la escena de la cerveza artesanal británica, y además estrechando lazos casi de inmediato con su nuevo entorno, pues no tardaron en llegar a un acuerdo con los Spurs para ser su cerveza oficial.
Eso sí, no todo ha sido un camino de rosas para Beavertown. Después de varios meses de especulaciones, a mediados de 2018 se confirmó que Heineken había comprado una parte de la empresa valorada en unos 40 millones de libras. Aunque siempre se sostuvo que esa inyección económica jamás cambiaría la esencia de la marca y que sólo ayudaría a producir más y mejor, se generó mucha polémica. Muchas otras microcervecerías británicas mostraron su rechazo a la operación dándole la espalda a Logan y renunciando a participar en el festival organizado por la marca, el Beavertown Extravaganza.
Lupuloid, cuatro años y diez recetas para dar con la IPA perfecta

Una de las cervezas que sí se pudo degustar en ese Extravaganza de 2017 fue una de las últimas incorporaciones a la gama fija de Beavertown, su Lupuloid, una IPA de estilo americano, directa y sin rodeos, elaborada solo con agua, malta, levadura y lúpulo (muchísimo lúpulo), y que tardó prácticamente cuatro años en ver la luz. La razón es que Logan quería tomarse su tiempo para saber exactamente cómo debía ser la IPA insignia de la marca y cómo fabricarla.
Para ello, comenzaron una ronda de colaboraciones con otras cerveceras con la idea de aprender y absorber conocimiento, para luego pasar a una fase de experimentación a lo largo de la cual en Beavertown llegaron a elaborar hasta 10 variedades diferentes de India Pale Ale, con diferentes recetas, diferentes variedades de lúpulo y diferentes cepas de levadura. A esta serie la bautizaron como The Invasion of the Lupuloids. Con el feedback de las primeras ediciones, mejoraron las recetas y volvieron a lanzar una nueva oleada de IPAs hasta dar con la tecla para finalmente lanzar la versión definitiva de Lupuloid.
Cuatro años de espera que han valido la pena, pues Lupuloid se ha convertido en una de las IPA favoritas de muchos connoisseurs de la cerveza y una de las más valoradas en webs especializadas. Como decíamos, se trata de una American IPA elaborada con cantidades ingentes de lúpulo de las variedades Columbus, Citra, Mosaic y Ekuanot, que le aportan tanto amargor cuantificado en 55 IBUs, que no te golpea de lleno sino que aparece gradualmente en el paladar, y aromas a pino, pomelo, mango y frutas cítricas.
Elaborada con maltas de cebada, trigo y avena, resulta una cerveza ligeramente turbia, aunque de color amarillo muy claro, con una espuma blanca y persistente, cuyo sabor inmediatamente nos recuerda a diferentes frutas tropicales. Una cerveza que, a pesar de 6,7% de alcohol, es muy refrescante y fácil de beber, muy suave y nada agresiva. Y como siempre, el apartado gráfico ha corrido a cuenta de Nick Dwyer, esta vez con una ilustración en la que predominan los colores llamativos como el verde, el rosa y el naranja y en la que vislumbramos una batalla entre humanos y un monstruo con forma de lúpulo.