Amundsen Lorita, una cerveza pale ale con maracuyá llegada desde Oslo

Lata de Amundsen Lorita
Amundsen es la cervecería artesanal más importante de la capital noruega. Destaca por el espíritu inconformista de sus cervezas y el cuidado diseño de sus envases. Su Lorita es una pale ale con maracuyá que rinde homenaje a la expedición Kon-Tiki de 1947.
Por Antony Peel
31 de julio de 2020
Cervezas artesanas

Noruega es uno de los países europeos con las leyes más restrictivas respecto a la venta y consumo de alcohol y, por tanto, de cerveza. Fuera del círculo de la hostelería y el ocio nocturno, uno puede comprar cerveza en un supermercado, pero sólo hasta las 20h entre semana y las 15h los sábados, y siempre y cuando la graduación alcohólica no supere el 4,75%. Para bebidas alcohólicas de superior porcentaje, incluyendo vinos, licores y cervezas algo más fuertes, conocidas como sterkol, no hay más remedio que acudir al llamado vinmonopolet (algo así como el monopolio del vino), la tienda de alcohol estatal que vende en exclusiva este tipo de bebidas.

A pesar de estas limitaciones con la que, por cierto, los noruegos están encantados, y la prohibición de cualquier tipo de publicidad o incluso divulgación de información objetiva sobre cervezas, Noruega disfruta de una incipiente escena craft con grandes nombres que exportan a medio mundo. Ahí tenemos, por ejemplo, a Nøgne Ø en Grimstad, Lervig en Stavenger, Ægir en Flåm o Amundsen en Oslo. Precisamente de este último vamos a hablar hoy.

En pleno centro de la capital noruega y a escasos 100 metros del ayuntamiento de la ciudad, el emblemático edificio donde cada 10 de diciembre se entrega el Premio Nobel de la Paz se encuentra el gastrobar Amundsen Bryggeri & Spiseri, una de las microcervecerías más populares del país escandinavo que comparte nombre con el famoso explorador noruego, célebre por dirigir la primera expedición en alcanzar el Polo Sur. Fundada en 2011 por un par de inversores, no fue hasta la llegada del actual copropietario Geoffrey van Vuuren a la gerencia de la empresa que esta empezó a despegar.

De origen sudafricano y con formación en marketing, Geoffrey tenía las ideas muy claras. Lo primero era dejar de servir las típicas pils y lager industriales que se podían encontrar en cualquier otro local de la ciudad y apostar por la cerveza artesanal fabricada in situ en el mismo bar. Lo segundo, formar al personal para que fueran verdaderos conocedores de lo que vendían y educadores de los clientes. El impacto fue inmediato, de producir unos 500 litros en el brewpub, Amundsen ahora cuenta con la capacidad de fabricar 800.000 litros al año tras las sucesivas ampliaciones de su nueva planta, que obviamente ya cuenta con su propia línea de enlatado.

Así, a lo largo de estos 9 años se ha convertido en la cervecera craft más importante de Oslo y la de mayor crecimiento en toda Noruega. En febrero de 2017 exportaron su primer litro de cerveza y en menos de un año ya están presentes en más de 16 mercados a los que destinan aproximadamente el 50% de su producción. Todo ello gracias a la visión de negocios de van Vuuren, capaz de detectar nuevas tendencias en el mundo de la cerveza artesanal, incluso yendo a contracorriente, pero también a la calidad y el espíritu inconformista de las cervezas que elaboran y a los atractivos diseños de sus latas.

El culpable de esto último tiene nombre propio. Se trata del artista, también de origen sudafricano, Peter John de Villiers, un auténtico maestro del dibujo a lápiz, y colaborador de marcas como Vans, Volkswagen o Mercedes y que incluso ha trabajado con Carlos Santana en el diseño de su merchandising. De Villiers también es el responsable del icono de Amundsen Bryggeri, un pájaro ataviado de un penacho de plumas y flores de lúpulo.

Amundsen Lorita, la expedición Kon-Tiki ya tiene su propia cerveza

Primer plano de una lata de Amundsen Lorita

Por supuesto que también es el artista detrás del atractivo y llamativo diseño de la cerveza que hoy nos traemos entre manos, la Amundsen Lorita, una pale ale elaborada con maracuyá, muy afrutada y tropical, además de ligera y refrescante. Su graduación de 4,7%, justo en el límite para categorizarse como una cerveza de clase D en Noruega, y su moderado amargor cuantificado en 34 IBUs contribuyen a aumentar esa sensación de ligereza.

Y como en Amundsen la cosa va de exploradores, Lorita no iba a ser menos. Su nombre rinde homenaje al loro de un ficticio descubridor llamado van Vuuren (un pequeño guiño al CEO de la empresa), quien supuestamente encontraría la receta de esta cerveza y de la felicidad en una botella flotando frente a la costa de las Islas Summer. Seguramente esta historieta novelesca se refiera a un hecho real, el de la expedición Kon-Tiki compuesta por seis aventureros escandinavos y su pájaro Lorita que en 1947 atravesaron el Pacífico en balsa desde Sudamérica hasta la Polinesia y que ha sido llevada al mundo del cine en varias ocasiones.

Un viaje de lo más exótico igual que los dos ingredientes más llamativos de esta pale ale. Por un lado, el maracuyá, la pasiflora o la fruta de la pasión, originaria del Amazonas que le da un toque tropical muy distintivo. Por el otro, el lúpulo de la variedad Azacca, que recibe su nombre en honor al dios haitiano de la agricultura. Otros ingredientes menos extravagantes incluyen maltas pilsen y otros lúpulos americanos como Citra o Mosaic. El resultado es una cerveza de color amarillo claro, espuma jabonosa, muy bebible, con poco cuerpo pero mucho sabor y aroma, que según sus fabricantes marida a la perfección con un viaje en balsa por los mares del sur. Nosotros casi que nos quedamos con una terracita.

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