Telúrico Pink ancestral, burbujas en la Sierra de Gredos

Botella de Telúrico Pink ancestral
Santiago Rivas
Hoy juntamos dos de mis pasiones, los espumosos y los rosados. Telúrico Pink Ancestral es el estupendo vino nacido en las estribaciones más alejadas de la Sierra de Gredos en Ávila.
Por Óscar Soneira
09 de julio de 2021
Vinos

Pongan la buenísima intro que don Enrico Nicola (Henry) Mancini compuso para The Pink Panther. ¡Toca disfrutar! De rosa va la cosa y como la buena de la Pantera, nuestro vino es bien rosa-do. Mientras suena la música acompáñenme a la Sierra de Gredos, más en concreto hacia su zona abulense. Ahí nos encontramos con Bodega Finca Fuentegalana, bodega familiar, generacional y con los namings más molones del mundo mundial. Telúrico Pink es uno de ellos y es nuestro vino de hoy. Pero primeramente vamos a ver un poco de situación e historia.

La situación y la historia

La Sierra de Gredos es un sistema montañoso perteneciente al Sistema Central de la Península. Tiene una extensión de 120 km con un ancho de 30 km, lo cual hace que se sitúe entre cinco provincias: Madrid, Toledo, Ávila, Salamanca y Cáceres. Es en Ávila donde alcanza su máxima altitud, en el Pico de Almanzor a 2592 metros sobre el nivel del mar. En Ávila también es donde se sitúa nuestra estimada bodega, en Navahondilla, al suroeste de la provincia.

Aquí fue donde Don Severo Carrillo, el abuelo, allá por 1942 empezó su andadura vinícola plantando viñedo. Pero no es hasta tiempos más modernos cuando sufre su primer cambio importante. En 1982 el cuidado de la finca pasó a manos de Juan Ramon Carrillo, quien la lleva a un cultivo en espaldera, un estilo más moderno que iba genial para su cuidado y posterior venta a la Cooperativa de Cadalso y otras bodegas. Juan Ramón es un señor de campo, pero ante todo y hablando con Cristina Carrillo (su hija y la nueva generación), uno deduce que es un tío muy astuto. Tiene un anecdotario sobre cosas que impulsó o hizo en la viña muy graciosas. Una que me encanta es la que aprovechó una poda de Merlot en Marqués de Griñón para sobreinjertar en sus viñas y hacer cambios. Hoy en día tienen plantado Syrah, Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Garnacha como tintas y Albillo Real y Moscatel de grano menudo como blancas. Todo plantado en unas 16 hectáreas, siendo la Albillo el buque insignia de la Bodega, con su gran vino El Soplón, muy querido por el winelover patrio y uno de los grandes aciertos de la siguiente generación, los tres hijos de Juan Ramón.

Los broders

Cristina Carrillo es uno de los hermanos, a quien conozco y, posiblemente, la cara más visible del proyecto. Con un Master en enología y viticultura, un ideario bastante claro sobre sus vinos y un carácter arrollador, es hoy día uno de los enólogos* con los que más me gusta charlar. Junto a sus hermanos, decidieron seguir con el proyecto de su padre. Aunque dando un cariz más moderno y actual a sus vinos. De ahí namings tan arrolladores como Moskatell, el Soplón o los Telúrico con nuestro querido Pink. El nombre de Telúrico lo puso el hermano de Cristina. Éste pensando en sus vinos Toros de Guisando (los que reciben el nombre gracias a un monumento histórico cercano a la finca), dijo de él que es un enclave telúrico y de ahí este vino. Como ya sabéis soy un amante de las bodegas que nombran a sus vinos tan chanatemente, aunque no es razón para que me guste el vino, sino bebería Perro Verde como muchos otros winelovers. No es el caso, aquí buscamos la clase, tanto en el continente como en el contenido. ¡Y qué ricura es el contenido de Telúrico Pink! Vino que nació como un rosado al uso y que, con el tiempo, deriva a un espumoso de una fermentación, o lo que viene siendo un ancestral. Un espumoso rosado divertido, con el garbo y la gracia de la pantera y la chispa de las notas de Mancini. Tiene cuerpo, pues su estructura viene de la Cabernet y la fruta del Syrah. No esperemos pues el típico vino de gluglú, no, pues es fresqueo del serio. Un vino que puede hacerte las delicias durante el año, pero con su azúcar residual y una graduación de 12º nos puede bendecir la mesa de terraceo perfectamente. Vinos serios para momentos desenfadados. Porque lo bien hecho no está reñido con el disfrute. Sino que se lo pregunten al bueno de Henry o mismamente, a Cristina Carrillo.