Joan Simó es una bodega nacida de una tradición familiar perdida y unos viñedos que supieron ser pacientes. La familia materna de su propietario, Gerard Batllevell, había estado vinculada al mundo del vino desde hace siglos, su tierra era el Priorat y en ella practicaron la vitivinicultura generación tras generación hasta un momento en el que se perdió.
Aquellos años felices de vides, toneles y botellas quedaron reducidos a unos viñedos cuya producción era vendida la cooperativa local, pero como todo el mundo sabe, no hay mal que cien años dure y a las puertas de este siglo todo volvió a su lugar.
De la mano del actual propietario Gerard Batllevell Simó y la inestimable ayuda de su padre, su tío, un amigo apasionado del vino y su enólogo, Josep Àngel Mestres, las bodegas Joan Simó volvieron a ponerse en pie elaborando sus primeros vinos con la cosecha de 1999. El sótano de la histórica casa familiar se convirtió en una moderna bodega, con una capacidad de producción de 25.000 botellas, y devolvieron a su época más gloriosa las vides de sus fincas.
Porque tan pronto como sus primeros caldos salieron al mercado los resultados llegaron. Buenas puntuaciones de publicaciones reputadas del sector, algunos premios y el reconocimiento del público. A todo ello ha ayudado un vino, Les Eres, y su hermano más singular, Les Eres especial dels Carners.
Elaborado con una cuidadosa selección de uvas garnacha y cariñena de una sola viña centenaria, la de la finca de los Carners, de esta referencia únicamente se produce un par de barricas por cosechas.
La primera criba se realiza en los propios viñedos, escogiendo los mejores racimos, con las mejores cualidades y el mejor estado. Una vez en la bodega, se realiza la segunda, todavía más exhaustiva, donde sobre una mesa se preparan las mejores muestras. Con ella comienza un complejo proceso de elaboración que se alargará más de un mes y terminará con una crianza, de año y medio, en barricas nuevas de roble francés.
La espera vale la pena y Les Eres especial dels Carners no defrauda. De gran cuerpo, con una estructura consolidada, complejo y equilibrado, refleja el carácter más histórico y propio de la denominación del Priorat. Un vino con solera.