Ante las imponentes laderas de la Ribera Sacra se alza quizá uno de los mejores terruños para hacer vino. Una viticultura que para muchos es heroica. Esto se suele argumentar debido a su inclinación o pendiente según esté situado tu punto de vista. Laderas que, imponentes, acompañan al río Miño, del Sil, y conforman en una especie de gran cañón repleto de verde a la gallega. Sea como fuere, esta región de Galicia no regala nada salvo que tengas ganas de doblar la espalda a base de bien.
Viticultura heroica, dicen… Pues personalmente este apelativo no me gusta por tres razones. La primera, es un cierto menosprecio al dar el título de héroes a un grupo de viticultores, mientras que, en todo el país también las pasan putas y, ¡qué carallo!, hacer vino ya es una trabajazo per se.
Segunda, si te pones a mirar la zona, pues como queréis que os lo diga, muchas ganas debes de tener para hacer vino allí. ¡Que te vas a quedar más doblado que un cáncamo, alma de dios!

La tercera, (y atendiendo a razones puramente personales) es que me hace mucha ilusión pensar en un grupo de viñadores rollo Los Vengadores. En este caso serían Los Viñadores, embutidos en chándales deportivos contra un grupo de aves alienígenas que les roban las uvas, o bien, otro grupo de jabalíes hipertrofiados que arrancan cepas con los colmillos… Y eso, no existe, es ficción. Pero sí sería viticultura heroica.
Así que llamémosla y a razón de bien, "viticultura de locos" debido a que si como yo (o la mayor parte de los íberos que andamos por este país) viera esas laderas para trabajar, daríamos media vuelta. Locos es un apelativo que veo más acertado, hay que estarlo y mucho para trabajar en ese terruño. Y si no gusta, os puedo freír unos flamenquines.

La Carallada es Mencía, es Ribera Sacra. Carallada es, en castellano, fiesta. Es celebración, es una expresión que suma estos dos conceptos. Cuando te juntas con tu gente a celebrar, es hacer una carallada: "Queríamos reflejar en el nombre a Galicia, al mundo gallego, sus costumbres, no sólo el vino. Aquí cuando subimos a vendimiar, claro que se hace duro trabajar, pero también celebramos mucho. Abrimos muchos vinos al llegar a casa, se bebe bien y festejamos mucho. Eso es una Carallada”.
Sin embargo, ante nosotros tenemos un vino serio, amplio, contundente. Pocas Mencías del panorama actual son así. "Sí, sí nos gusta este perfil. Evitamos adrede hacer un vino de glu, glu. No queríamos algo que fuera refrescante ni fácil, evitamos maceraciones carbónicas o poca graduación”. Pero la tónica en estos vinos es la atlanticidad, ese genuino frescor que tienen los vinos gallegos: "Está claro que lo son, el Atlántico está presente, estamos en las laderas do Miño, que de por sí es la subzona más atlántica. Todo aquí aporta frescura, pero nosotros queríamos el volumen de la Mencía sin llegar a ser pesados. Si buscamos similitudes con nuestra forma de entender la Ribeira Sacra, para nosotros más que fijarnos en el mediterráneo, es fijarnos en Ródano". Esta premisa la han conseguido, tras una primera prueba realizada en conjunto al enólogo Roberto Regal. La Carallada no deja de ser eso, un vino de colgados.

Tres locos barceloneses que, porque uno de ellos tiene familiares gallegos y "ahí hay tierra", pues ale, a hacer vino que no tenemos otra. Esta idea germinó en 2017, por aquel entonces Borja Pérez y Óscar Navas coinciden trabajando en la tienda de Vila Viniteca. Entre charlas, ambos caen en la cuenta de que comparten gustos afines a la hora de beber o hacer vino. Óscar por aquel entonces venía de hacer un stage en la bodega 4 kilos Vinícola y había empezado su propio proyecto en Terra Alta. Borja le dio a conocer entonces que tenían tierras en Ribera Sacra, de la cual algún vino familiar se había hecho. Es ahí cuando nace la idea de hacer La Carallada. El germen ya había cuajado. Pero no es hasta el año siguiente, tras un suceso en el seno familiar de Borja, que se pondrán manos a ello. Durante este periodo se les une Oriol Carmona, otro inseparable amigo de fatigas y bebidas. Hoy día, existe el cuarto mosquetero, Amadeo Pérez, el tío de Borja, hombre de la tierra y un socio más que aporta más tierras al proyecto cerrando así ese vínculo familiar en tierras gallegas.

La Carallada 2019 es el fiel reflejo de la Mencía por estos lares. Esta añada nos ofrece un tinto serio. Con mimbres. Está ese volumen, esa concentración de frutas y, cómo no, el Atlántico. Es imposible perder identidad aun yendo a por concentración. Además, es de esos vinos de trago ancho, amplio y sedoso. El carácter de la Mencía es imperturbable, este tipo de varietal que, con independencia de cómo lo vinifiques, siempre sabes que es Mencía. Celebremos pues que a tres colgados y al tito Amadeo les guste hacer vino, les guste celebrar y beber. En definitiva, que les guste juntarse para estar de carallada.