Johnny Crash, la NEIPA más accidentada de Espiga

Latas y vaso de Johnny Crash sobre madera blanca
Espiga
Espiga, la cervecera de Teresa Galván y Arnau Rovira, siempre está a la vanguardia de los nuevos estilos que aterrizan en Europa. Así lo demuestra su Johnny Crash, una NEIPA nacida hace apenas 2 años.
Por Antony Peel
30 de agosto de 2019
Cervezas artesanas

Espiga ya es uno de los sospechosos habituales en esta sección de cervezas pues en apenas cinco años se ha convertido en uno de los grandes referentes del sector de la cerveza artesana no sólo en Cataluña, sino también en España e incluso más allá de nuestras fronteras. Este proyecto con sede en Sant Llorenç d’Hortons en el Alto Penedés es el fruto de la pasión y la vocación de sus dos caras más visibles, a las que se han sumado a lo largo de este lustro un segundo jefe de producción, Ferran Miguel, y varios otros miembros del equipo como es el caso de su reciente fichaje, Sergio López.

Teresa Galván y Arnau Rovira son los verdaderos artífices del éxito de Espiga. Ambos biólogos de carrera, descubrieron la magia de la cerveza artesana en sendas estancias en el extranjero. Ella, cántabra de nacimiento, durante su Erasmus en la Universidad de Göttingen (Alemania), y él, de origen catalán, mientras completaba su Máster en Ciencias de Alimentación en la Universidad de Copenhague (Dinamarca).

Ya de vuelta en España, un Máster en Agrobiología unió sus caminos haciendo que emprendieran juntos esta aventura que, poco a poco y completando todos los pasos necesarios, les ha llevado a convertirse en una de las mejores cervecerías artesanales del país. Comenzaron como homebrewers para seguir elaborando sus primeras recetas, estilos sencillos de origen belga, en la trastienda de uno de los locales craft más míticos de la Ciudad Condal, como es el Rosses i Torrades en pleno Beerxample. De hecho, no es raro encontrarse a Teresa y a Arnau compartiendo una cerveza con los parroquianos de esta tienda barcelonesa.

El siguiente paso fue la elaboración nómada, usando las instalaciones de Guineu para fabricar una pale ale de estilo inglés muy sencilla. A pesar de las ventajas del gypsy brewing, éste no daba para la evolución y el crecimiento de la marca, así que en 2014 abrieron por fin su fábrica en Sant Llorenç, unas instalaciones capaces de producir alrededor de 150,000 litros al año y que acaban de cumplir cinco años, hecho que la marca celebró por todo lo alto con una fiesta para el recuerdo el pasado mes de mayo.

Desde aquel 2014, Espiga ha crecido exponencialmente y, como ya hemos mencionado, se ha convertido en uno de los actores más importantes de la escena artesanal en España. Bajo su eslogan Elixir Vitae, tienen en su catálogo fijo algunas de las referencias españolas más notables, como por ejemplo su Garage IPA, aunque tampoco son ajenos a las nuevas tendencias en el sector y siempre están dispuestos a experimentar con nuevos estilos. No hay que olvidar que fueron unos de los primeros productores en nuestro país en elaborar una Brut IPA.

Espiga Johnny Crash, una NEIPA con toque de música country

Latas de 44cl de Espiga Johnny CrashEspiga

Y esas ganas de experimentar con nuevas recetas también les llevó en 2017 a probar suerte con su primera NEIPA, uno de los estilos más populares por aquel entonces y que ha demostrado con el tiempo ser algo más que una simple moda pasajera. Como ya os contamos en su día, las New England IPA son unas cervezas de estilo India Pale Ale que se caracterizan por su bajo amargor, su color dorado turbio por el aporte de avena y trigo, su sedosidad y su carácter muy aromático debido a las altas cargas de lúpulo añadidas en dry hopping.

Pues bien, la Johnny Crash de Espiga cumple con todos esos preceptos, consiguiendo potenciar las propiedades de los aceites esenciales cítricos, frutales y balsámicos de los lúpulos Simcoe, Citra y Mosaic. Se trata de una New England IPA de intenso color amarillo, turbia y de fina espuma blanca que resulta ser un ejemplo perfecto de las IPAs elaboradas en la Costa Este de EEUU (recordemos que este estilo nace en Vermont), tanto por su aspecto como por la explosión de aromas de frutas tropicales que percibimos al degustarla.

En esta cerveza elaborada con maltas Maris Otter, además de las ya mencionadas trigo y avena, se perciben toques de piña, mango, maracuyá y naranja. En boca resulta sedosa y suave, y con mucho cuerpo, mientras que los sabores decantan la balanza en favor de los lúpulos con un amargor moderado, más tolerables incluso para aquellos poco aficionados a las IPAs.

Con una graduación alcohólica del 6% y algo más de 50 IBUs de amargor, presenta un final muy cítrico y sorprendentemente seco. Se suele comercializar en la típica lata de 44cl que tan de moda está en el panorama cervecero actual y que logran preservar todos los aromas y sabores de un estilo nacido para este tipo de envase pues recordemos que la luz es el gran enemigo de las cervezas altamente lupuladas, algo que se corrige con el formato lata.

Y seguramente ya os estaréis preguntando por la procedencia del nombre de esta NEIPA. Resulta evidente de que se trata de un pequeño guiño al rey de la música country, Johnny Cash, pero su origen es bastante más accidentado. Un buen día encontraron su furgoneta de reparto destrozada al haber sido embestida por un coche haciendo trompos por el polígono industrial donde se ubica su nave. Lejos de venirse abajo, se tomaron la situación con humor y decidieron crear una cerveza como homenaje al siniestro ocurrido, como puede observarse en los grafismos que decoran las latas de Johnny Crash, la cerveza más accidentada de Espiga.

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