La Denominación de Origen Ribera del Duero es la cuna de algunos de los mejores vinos de España. Ocupando una franja del curso de este río de algo más de 100 kilómetros desde San Esteban de Gormaz en Soria hasta la vallisoletana Quintanilla de Onésimo, su historia vitivinícola se remonta a 2.000 años en el pasado, donde encontramos la primera referencia a la producción enológica en la zona: un mosaico romano de 66 metros cuadrados con alegorías de Baco.
Estamos hablando por tanto de una zona de producción con solera, que ha ido configurando el paisaje y a las gentes que lo habitan alrededor del vino por lo que no es nada fácil para una bodega establecerse en este entorno y, sobre todo, hacerse respetar. Pero sí lo ha conseguido la familia Moro a través de sus Bodegas Emilio Moro y que ha apostado por un nuevo proyecto llamado Bodegas Cepa 21. Se basa en la construcción de una bodega moderna, funcional y minimalista que pretende ofrecer vinos con una filosofía actual pero sin dejar de aplicar la sabiduría y conocimientos que la experiencia a lo largo de los años les ha otorgado.
Quiere dirigirse a un consumidor abierto a nuevas experiencias, dispuesto a experimentar nuevas sensaciones en sabor y aroma sin llegar a dejar de lado aquello que caracteriza a los vinos de la zona. Es por eso que cuentan las bodegas con un sistema de elaboración de vino moderno y donde tiene su propio espacio gastronómico el chef Alberto Soto, que ofrece tanto menús de degustación innovadores como una excelente representación de la cocina más típica de la zona. Todo, por supuesto, en torno a los caldos de Cepa 21.

Y es aquí donde nace la historia de Hito 2014, un monovarietal que ha pasado 8 meses de crianza en barrica de roble francés y ha sido elaborado con Tempranillo, una de las uvas junto a Cabernet-Sauvignon, Merlot, Malbec, Garnacha Tinta y Albillo admitidas por esta D.O. castellanoleonesa. Ésta crece en las cincuenta hectáreas de viñedo propio que las bodegas poseen en la localidad de Castrillo de Duero cerca de Aranda del Duero, la considerada capital de la D.O., que crece sobre un suelo calizo, arcilloso y pedregoso y orientado al norte. Los viñedos escogidos para la elaboración de este vino han sido los más jóvenes del terreno.
Las condiciones climatológicas que marcaron la cosecha de 2014, considerada como una de las mejores, fueron las de un invierno lluvioso y primavera de temperaturas altas. Se dieron días de verano calurosos pero gracias a las noches frescas de esa estación la uva conservó sus características, como son los aromas a mora combinados con frutos negros del bosque, de tanino estructurado y una acidez media.
Estas características tan propias del Tempranillo son las que podemos apreciar en Hito 2014, un vino que nos ofrece un intenso color rojo cereza picota y que en la copa nos sugiere aromas a café y coco propios de la crianza. Una vez se prueba embriaga el olfato con los aromas de los mencionados frutos negros, especias y regaliz que dejan en un segundo plano los de la crianza. La sensación en el paladar es la de un vino que guarda un equilibrio entre su gran cuerpo y sus suaves taninos que consigue dejar un final largo y persistente en la boca.