Rodeada de bosques, azotada por un fuerte viento y a quinientos metros de altura, al amparo de las montañas del Montsant, se encuentra una de las más emblemáticas fincas que tuvo el Priorat, una viña de Capçanes recuperada en el año 2002 por la familia Domènech e incorporada dos años más tarde a la Denominación de Origen Montsant.
El terruño arcilloso-calcáreo con zonas pedregosas y el microclima de la región, caracterizado por días cálidos frente a noches frías y vientos marinos que compensan el déficit hídrico idiosincrásico, logran sacar lo mejor de sí de las cepas que esta bodega catalana cultiva para caldos como el Furvus 2005, uno de esos vinos para disfrutar en compañía terminándolo hasta la última gota.

Elaborado mediante fermentación alcohólica de diez días a temperatura inferior a 29 grados Celsius, el Furvus de la cosecha de 2005 se elabora con un 60 % de garnacha peluda y un 40 % de merlot. Catorce meses de envejecimiento en barricas de roble francés y de roble americano, a partes iguales, obran un vino limpio y sumamente brillante, de rubí intento con pinceladas púrpuras de gran intensidad.
En nariz, es de aquellos embriagadores con intensas frutas rojas y negras, con ligeros tostados; en boca es amplio en cuerpo y estructura, de los que entran con solemnidad y pondera por encima las notas frutales, especialmente silvestres, a las de crianza. Un Montsant que merece reposar en tu bodega y respirar en tu copa.