7 alimentos creados por accidente

Queso cortado
Fotografía cortesía de Graeme Maclean con licencia CC 2.0
Por una razón u otra la casualidad ha querido que a lo largo de la historia innumerables alimentos y recetas hayan aparecido sin intención ninguna, sin esperar recibirlos; estos siete son algunos de ellos.
Por Toni Castillo
06 de mayo de 2015

Pensemos en nuestros platos favoritos y cómo se preparan; algunos seguramente no necesitan que les dediquemos apenas tiempo ni que debamos hacer gran acopio de ingredientes, pero otros sin embargo exigirán una planificación concienzuda, una elaboración sumamente meticulosa y horas en la cocina para hacerlos posibles.

Y aunque quizás no lo sepamos es probable que alguno de estos platos o productos sean fruto de la casualidad, consecuencia de despistes o circunstancias imprevistas e involuntarias que dieron lugar a ellos. A continuación siguen el relato siete alimentos y recetas que llegaron inesperadamente —o al menos así ha sido contado generación tras generación— y gracias a que así fue hoy en día podemos deleitarnos con ellos.

Queso

El queso es un alimento indispensable en la dieta mediterránea, uno de esos que se encuentra en la parte más ancha de su pirámide y debe consumirse diariamente alternado con yogures o la propia leche de la que se obtienen ambos, una exquisitez que para los antiguos griegos era textualmente "un regalo de los dioses".

Producto esencial de nuestra gastronomía en todas sus variedades, ya sea de vaca, cabra u oveja, encuentra sus orígenes aproximadamente entre el 8.000 y el 3.000 a. C. en un probable intento por conservar la leche de otra forma aunque una antigua leyenda, que ha conseguido llegar hasta nuestros días, nos cuenta algo muy distinto.

cortar queso para queso fritoSofía de la Torre

Este viejo cuento relata que el queso fue descubierto por un comerciante árabe que viajaba de poblado en poblado a través del desierto, un mercader que portaba siempre consigo un poco de leche almacenada en el estómago de un cordero y un buen día, tras una larga travesía, la encontró coagulada y fermentada. Un primitivo queso había llegado al mundo gracias al cuajo del aparato digestivo del animal y a las altas temperaturas por las que había pasado, sin premeditación ni intencionalidad.

Cerveza

La cerveza es una bebida alcohólica que forma parte de nuestra cultura y en los últimos tiempos, además, está viviendo un auténtico renacimiento con la proliferación de un sinfín de referencias artesanales, pero ni fue siempre como la conocemos en la actualidad ni surgió tras planearlo.

Según aseguran una amplia mayoría de estudiosos esta bebida nació en la Alemania de la Baja Edad Media, hace un millar de años, originada por la costumbre que prosperó en la época de cocer harina molida de malta —lo que hoy llamamos el mosto de la cerveza— con flores de lúpulo que sustituían a los habituales aromatizantes. Así, aportando a la cebada fermentada alcohólicamente el amargo de este ingrediente surgió la cerveza actual. Eso sí, una leyenda cuenta otra historia.

Tres vasos de cerveza recién servidos

En la antigua Mesopotamia, hace más de diez millares de años, unos campesinos que almacenaban granos de cebada para hacer pan descubrieron, tras días de lluvias persistentes y extrema humedad cómo la cosecha almacenada se había mojado y, dado el tiempo que había permanecido así, había fermentado. Por alguna extraña razón decidieron beber aquello espumoso que había aparecido y el resultado les gustó tanto que continuaron repitiendo el proceso premeditadamente. La cerveza, o un antecedente de ella, aparecía por casualidad.

Masa madre

Antes de que existiese la levadura tal y como la conocemos hoy en día, gracias a descubrimientos como los del químico francés Louis Pasteur, las antiguas civilizaciones elaboraban pan con procesos que si bien desconocían a qué obedecían lograban el efecto deseado: elevar la masa y dar lugar a un alimento que era y continúa siendo básico.

Masa madre activaMiriam García

Una de las formas que tenía de elaborarlo uno de estos antiguos pueblos, el egipcio, era con la realización previa de una masa madre, una mezcla de cereales como el trigo o el centeno con agua que se dejaba reposar a temperatura ambiente y que, durante el transcurso de unos pocos días, se alimentaba añadiendo más agua y cereal. La trascendencia hizo acto de presencia cuando descubrieron que este preparado, ideal para la aparición de las levaduras que hacían crecer la masa, podía guardarse durante meses y meses; nacía así la masa madre.

Sobre el pan cabe decir que otra leyenda lo atribuye también a la casualidad, a una olvidada masa a base de harina y agua que con el tiempo y una nula intervención terminó por hincharse, acidarse y, tras ser horneada igualmente para hacer pastas, terminó siendo el primer pan de la historia.

Café

El café, la bebida que obtenemos a partir de las semillas tostadas y molidas de la planta homónima —también conocida como cafeto— y la costumbre de tomarlo pueden resultarnos contemporáneos, sin embargo tiene sus orígenes como mínimo en el siglo XV según evidencian restos arqueológicos. A pesar de ello, la historia sobre el origen de su elaboración y el motivo de la misma sigue sin estar clara y solamente habla de ella una fábula casi antediluviana.

Café, beneficios y propiedadesPaula Caeiro

Esta narración, que ha permanecido en la cultura popular de muchos lugares durante siglos, que la elaboración del café se la debemos a un viejo pastor de Abisinia —actual Etiopía— llamado Kaldi y a sus cabras. Este hombre un día extravío parte de su rebaño, salió a buscarlo por el monte y, cuando lo encontró, comprobó con gran sorpresa cómo los animales saltaban, trotaban vivamente y se encontraban ciertamente excitados. A su alrededor solamente había arbustos con unos frutos rojos, e intrigado por si podían ser la causa de aquel comportamiento llevó unos cuantos a un monasterio de monjes o una mezquita, según quién cuenta la historia. Aquellos monjes o aquel imán decidieron cocinar las bayas y descubrieron que el brebaje, de gran sabor amargo, les daba energía y les permitía mantenerse despierto durante más tiempo.

El café, quedaba descubierto.

Patatas chip

Salir un primaveral domingo a media mañana en busca del aperitivo suele implicar sentarse en una terraza al sol, pedir una cerveza bien fría —o un vermut, que hace tiempo que afortunadamente está de vuelta con nosotros— y acompañarlos de unas aceitunas y patatas chip. Pocos planes pueden haber mejores.

Y pese a que este pequeño tentempié dorado, crujiente y delicioso parece tan español, ya que llegó incluso a servirse en la primera mitad del siglo XX en restaurantes, encuentra su probable origen según una vieja leyenda estadounidense en la capital del mundo, Nueva York.

Patatas chips fritasDamián Serrano

El relato nos cuenta la historia de un chef de Saratoga llamado George Crum y un cliente insatisfecho con el grosor de las patatas con forma de bastón que le servían. Cada vez que un plato salía de la cocina, volvía a entrar, por las patatas. Crum, decidido a terminar satisfaciendo al comensal llegando al extremo, cortó las patatas en rodajas tan finas como pudo, las frió y se las presentó. Eran tan increíblemente finas que ni podían pincharse con el tenedor, pero al cliente le encantaron y, sin pensarlo, las patatas chips estaban inventadas.

Copos de maíz

Los cereales son alimentos importantes para nuestra dieta al igual que lácteos como el queso del que hablábamos antes, unos imprescindibles nutricionales que obtenemos de alimentos como el pan o las pastas y también a través de los tan comunes copos de maíz, a la hora del desayuno, la merienda o la cena.

Estos copos, hechos con granos del tan común maíz en Estados Unidos desde los tiempos de los nativos americanos, surgen por casualidad en este país allá por el siglo XIX. Un grupo religioso de la Iglesia Adventista del Séptimo Día quería desarrollar un nuevo alimento que cumpliese los requisitos de su estricta dieta vegetariana y experimentó con un sinfín de cereales entre los que se encontraba el maíz además del trigo.

Ponemos los cereales para hacer muesli caseroMónica Prego

El doctor John Harvey Kellogg, que además de adventista era director de un sanatorio, fue quien mientras resolvía asuntos administrativos de la institución que dirigía dejó por un momento apartada una buena ración de trigo cocido. La burocracia le tomó más tiempo del que pensaba y cuando volvió a prestar atención a aquel trigo había cambiado por completo. Por aprovecharlo, y exprimir al máximo los recursos de los que disponían, decidió pasarle un rodillo esperando obtener una masa y lo que consiguió fue unas pequeñas hojuelas que luego tostó y dio a probar a sus pacientes. La clave para hacer copos de maíz había sido descubierta.

Crêpe Suzette

¿Quién no adora una buena crepe de chocolate, esas tortitas hechas fundamentalmente de harina de trigo, huevo y leche, que se fríen en una sartén y se sirven tanto solas como acompañadas por dulce o salado? Esta exquisitez, de origen bretón, ha dado lugar a especialidades basadas en ella tan famosas y con tanto nombre como la crêpe Suzette.

Crêpes SuzetteMónica Prego

La mencionada crepe es de las dulces, de las que despiertan nuestra más profunda faceta golosa, una tortita rellena de la conocida beurre Suzette que mezcla mantequilla, mandarinas o naranjas, azúcar e incluso triple sec también de naranja, pero que particularmente se caracteriza por servirse flambeada. Este rasgo principal se lo debemos a un descuido según cuenta el propio creador, el chef Henry Charpentier, en su autobiografía.

Todo sucedió allá por el 1895, cuando un joven Charpentier de 14 años, ayudante de camarero en un café de Montecarlo, preparaba una crep rellena de beurre Suzette para el príncipe de Gales, el futuro rey Eduardo VII de Inglaterra, y sus amigos. Las prisas y los nervios por tan noble servicio hicieron que en un descuido el licor añadido a la mantequilla ardiese en la sartén y el dulce se chamuscase. Aterrado por tener que volver a empezar con tales personalidades esperando decidió probar la crepe y encontró "la más deliciosa melodía de sabores dulces" que había probado jamás. Así, cuenta, nació la crêpe Suzette y se convirtió en el dulce favorito del que iba a ser rey.