De Kyoto a Barcelona. Del emblemático distrito de Ponto-chō, al lado del río Kamo, al vivo barrio del Raval, en pleno distrito de Ciutat Vella. La típica barbacoa con una parrilla de carbón vegetal que los japoneses importaron de Corea, llamada sumiyaki, trasladada al corazón de la Ciudad Condal. Es la historia del primer restaurante de estas características de Europa.
Ignasi Elías y Felipe Fernández, los creadores del particular trasvase culinario, no se lo pensaron dos veces cuando quedaron atrapados por el concepto durante un viaje. Aquello que habían descubierto en el kiotense restaurante Akaneya Junshinken debían llevarlo a la ciudad catalana. Y dos años más tarde, incorporándose la japonesa Natsumi Tomita al proyecto, Carlota Akaneya abría sus puertas.
Sin embargo, pese a la gran ilusión depositada en el proyecto, el inicio no fue fácil. Uno de los primeros llenos les sorprendió con Albert Adrià, ahí es nada, sentándose a cenar y marchándose sin probar bocado. Fue un golpe para ellos, sí, pero también un aliciente. Porque en poco tiempo consiguieron levantar el vuelo, enderezar lo que estaba torcido y convertirse en populares.
Se hablaba de ellos, el boca-oreja funcionaba a la perfección entre los más aficionados a la cocina japonesa y a sus mesas acudía de nuevo el responsable de Tickets, convirtiéndose en un habitual, e incluso Ferran Adrià. La parrilla nipona que permite al comensal cocinar en su propia mesa todo lo que desee, aunque lo que manda es la carne, conquistaba poco a poco Barcelona. A pesar de que en su propuesta el sushi ni estuviese ni se le esperase.
De su carta podemos seleccionar para pasar por la tradicional barbacoa un variado surtido de verduras, mariscos, atún, diversos cortes de ternera, cerdo, wagyu… y la joya de la corona, la carne de buey de Kobe de grado 5, la máxima calificación que otorga la asociación emisora del certificado oficial de este tipo de carne en Japón. El servicio de esta carne marmolea de excepcional sabor y textura, propiciada por esos filamentos de grasa mantecosos y aterciopelados, ha sido algo histórico tanto para Carlota Akaneya como para Japón.
Nunca hasta el año pasado, momento en el que el restaurante barcelonés comenzó a servir estas piezas, se había ofrecido esta carne fuera del país asiático, Hong Kong y Macao. La comercialización hasta entonces estaba restringida y no había modo de poder disfrutar de esta exquisitez fuera de estos territorios. El establecimiento del Raval fue el primer sumiyaki de Occidente en servirla. Ahí es nada.
La propuesta se redondea con una serie de platos que vienen casi preparados desde la cocina, como alguna carne en salsa que debe terminarse en la parrilla, otras elaboraciones definitivamente concluidas dispuestas para ejercer el papel de entrantes y los postres.
Son sopas como la de miso, el batiburrillo de verduras y setas conocido como yasai to kinoko, las famosas empanadillas japonesas, las gyozas, o elaboraciones como el kimchi, una col fermentada aliñada con picante que no es un plato japonés, sino coreano. De postres, destacan la pasta de arroz dulce, el daifuku mochi, y el que llaman bosque de chocolate blanco con té y bizcocho, todo un derroche visual y gustativo.
Y si la oferta resulta abrumadora, cabe la posibilidad de optar por uno de los menús degustación que ofrece el establecimiento, en el que se realiza un extenso recorrido por la calidad de su cocina y de sus materias primas.
Carlota Akaneya
Calle del Pintor Fortuny, 3208001 Barcelona
933027768
www.carlotaakaneya.com
Japonesa
30€-70€
