La Forquilla es el bistronómico del joven cocinero Vidal Gravalosa, un chef que lleva en sus genes la buena cocina, como hijo que es del propietario del reconocido Casa Julio, en Nou Barris. Antes de lanzarse a abrir su propio restaurante se formó en El Celler de Can Roca y en Lasarte.

Una minúscula cocina de menos 8 m2, espacio para 20 personas y un ambiente en el que flotan partículas de sencillez, artesanía y sinceridad para acoger a un menú de mediodía ajustado en el precio pero no en la calidad ni en el continente -cristalería de la marca Riedel, impecables manteles y servilletas de fibras nobles-. Mientras Vidal ejecuta un arroz con cigalitas o un contundente cochinillo crujiente con puré de boniato, endivias glaseadas y salsa a la canela, Antonio Lara se encarga de que reine la armonía y la alegría en la sala.
El local carece de ornamentos innecesarios, sólo son necesarias paredes en tonos crema, algún detalle de arquitectura en púrpura, baldosas y unas curiosas chimeneas en las paredes para dar calidez al ágape. Aquí lo que importa es la comida, que empieza suave con la ensalada de pistachos, aguacate y pera con vinagreta de chardonnay, los delicados guisantes del Maresme estofados con cebolla, papada y almejas o la terrina de foie gras, con manzana, Pedro Ximénez y cebolla.

Los pescados provienen en gran parte de las costas mediterráneas, grandes productos marinos como la lubina, de la que selecciona el lomo para acompañarlo con mini calçots, puré de brócoli y salsa de marisco y cilantro; las vieiras con mini puerros glaseados y espuma de patata y bacon o el mencionado y excelente arroz con langostinos del Mediterráneo, emulsión de sus cabezas y judía verde. En las carnes, un clásico chuletón de vaca vieja con ensalada y patatas con el que comen dos o incluso tres personas; el estofado de ternera, setas de temporada, apionabo y tomate o un corte más fino, el solomillo de vaca, maridado con puré de patata, espárragos verdes y salsa perigueaux. Como se puede ver al leer la carta, en La Forquilla se come muy bien, un lugar en el que no hay miedo a recuperar recetas clásicas ligeramente remozadas. Tranquilidad, buenos alimentos y buena mano para tratarlos sin salir de Poblenou.

«Buscamos una visión diferente en cuanto al concepto de un restaurante» cuentan desde La Forquilla, un valor diferencial que logran a través de servicios reducidos en los que el propio chef acude a la mesa del comensal, hablando de tú a tú, e iniciando la relación que transforma a un cliente puntual en un fijo de La Forquilla.
Para los postres, el bizcocho de frutos secos y moscovado, menta, helado de coco y salsa de café no falla, más refrescante es la piña con ron, queso mascarpone, pepino y fruta de la pasión o la sopa de cítricos y jengibre con frutos rojos. El tenedor -traducción al castellano del nombre del establecimiento- de Vidal Gravalosa pincha con fuerza su estilo propio.
La Forquilla
Calle Pere IV, 210 08005 Barcelona
933007980
www.laforquilla.com
De mercado, Mediterránea
35€-62€