Tondeluna, el ‘gastrobar’ de Logroño

Para algunos Logroño no debería perder su esencia. Entendiendo como tal, los bares de las famosas calles Laurel y San Juan, y de otras menos conocidas, en los que solo se ofrece una especialidad y se acompaña de buen vino de La Rioja, claro. Así son la mayoría de los locales: un pincho, algo de beber, y al siguiente. Pero poco a poco, se han ido sumando barras con amplia oferta, algunas de ellas de vocación moderna, e incluso, de gastrobar. Tondeluna lo es de principio a fin. Y pocos le hacen competencia. Casi ninguno, por eso, está al margen de etiquetas.

Fotografía cortesía de Tondeluna.

Para empezar, al frente de este bonito espacio, con coqueta terraza y vistas a El Espolón, se encuentra el chef riojano Francis Paniego. El mismo que, el pasado mes de noviembre, cosechó la segunda estrella para su restaurante de la localidad de Ezcaray: Echaurren. El mismo que firma la gastronomía del espectacular hotel Marqués de Riscal, en Elciego, esto es, en La Rioja alavesa.

Quienes conocen a Paniego posiblemente estén de acuerdo en algo: en que es un tipo extremadamente simpático al que le gusta divertirse. Por ello, puesto a abrir casa en Logroño junto a su mujer, Luisa Barrachina, no dudó en construir una informal, relajada y muy divertida. De ahí que las mesas sean corridas, ni pequeñas ni separadas. Todo lo contrario, son grandes y para varias personas, se conozcan o no. Algo poco habitual en Logroño, seamos francos.

Fotografía cortesía de Tondeluna.

¿Más aspectos que le diferencian? Pues la decoración, de inspiración nórdica, y la mantequilla, procedente de un pequeño productor de Tondeluna, pueblo del que toma nombre el restaurante. Y claro, esas fabulosas croquetas que solo se degustan en las casas de la familia Paniego-Sánchez, dado que la receta no es de otra persona que de la madre, Marisa Sánchez.

Son cremosas, sabrosas e irresistibles. Se toman en el local y, gracias al servicio de take away, también se pueden encargar para llevar, como el resto de la carta. Entre las sugerencias, otros muchos platos perfectos para compartir. En apariencia son sencillos y sin complicaciones, pero con muy buena materia prima y basados, la mayoría, en el recetario tradicional. Aunque, eso, tratándose de Paniego tiene mucho de vanguardia porque llevan su toque personal.

Fotografía cortesía de Tondeluna.

Son tapas, tostas con pan de cristal, raciones y medias raciones con verduras de la tierra y, por supuesto, de temporada; carnes, pescados así como guisos y platos de cuchara. Además de las citadas croquetas, son de obligada degustación la ensaladilla rusa, las patatas bravas o la hamburguesa con panecillo al vapor. Eso, y la merluza a la romana confitada y acompañada con sopa de arroz; las contundentes costillas de cerdo a la parrilla con salsa de miel y romescu; o las carrilleras de ternera glaseadas con puré de manzana.

Fotografía cortesía de Tondeluna.

La carta es muy amplia y realmente apetecible. Puestos a compartir, que de eso se trata, se puede continuar con los canelones gratinados; los pimientos riojanos caramelizados con huevo y patatas; o la panceta riojana sobre alga wakame, ajos tiernos y salsa teriyaki.

Los postres no son menos especiales. Recordemos que el éxito de un almuerzo o de una cena también depende del broche dulce, y Paniego lo mima. Como muestra, la tosta templada con queso, manzana y helado de miel. Tondeluna, al margen de las etiquetas pero, indudablemente, el auténtico gastrobar de Logroño.