La huerta de Valencia pasa por ser un pulmón verde imprescindible, menos inmaculado tras épocas de acecho, pero convertido en seña de identidad que incluso explica la manera de ser de toda una sociedad. La huerta de Valencia también es un espacio inmenso de misterio, donde se esconden auténticos prodigios. Es el caso gastronómico de Ca’ Pepico, escondido en un pequeño barrio (Roca) de pocas calles, frente al mar y rodeado de campos, dentro del municipio de Meliana, al norte de la ciudad.

En Ca’ Pepico el entorno lo explica todo: la veneración por los productos de casa, la tradición bordada de generación en generación, pero también un compromiso asociado al campesino por evolucionar. Muchas veces se excluye de las virtudes agrícolas, pero la búsqueda del progreso es una de sus tareas íntimas y constantes. Todo ello ha arraigado en esta casa de comidas que ha pasado de siglo a siglo con una salud envidiable, arremolinando a urbanitas, atrayendo a amantes de las cosas hechas a mano, con sabor a identidad y familia.

Verdaderamente es uno de los mejores destinos para imbuirse del espíritu de la huerta. Pero no de manera folclórica o exótica, sino con toda su carga de profundidad, con todo su esplendor. Puede que en Ca’ Pepico se encierren muchas de las explicaciones sobre cómo es la sociedad valenciana y cuáles son sus placeres favoritos.
Estamos en una casona rústica, casa en frente de la iglesia del barrio, el silencio predomina y sólo los pájaros y el sonido campestre rompen el vacío. La decoración, tan cuidada por Ana, envuelve entre las bondades de un hogar. Todo allí dentro lleva de una u otra manera a 1930, “el punto de partida”. En ese año Jose Ferrer, abuelo de los actuales propietarios Ana y Pep (los hermanos Ferrer), abandona el mar del Grao de Valencia y construye esta casona, habilitando una tienda con la que surtir a quienes pasaban en tránsito. “Se estaba gestando lo que hoy es Ca’ Pepico”, recuerdan Pep y Ana. En 1975 su padre abre aquí mismo un bar bajo las enseñanzas culinarias de lo que siempre había visto.

Y el prodigio de que entre la inmensidad del campo se dé tan bien de comer. “Un momento de placer gastronómico por menos de 35€: producto de calidad, precios contenidos, una cocina con una excelente relación calidad-precio”, avisan desde Bib Gourmand, sabedores de que en Ca’ Pepico se esconde uno de esos hallazgos que jamás se olvidan.
Pero vayamos al lío. Si uno entra en el restaurante un rato antes del servicio se encontrará a lo más parecido a una familia elaborando concienzudamente un fino festín. Las croquetas preparadas con júbilo, la sepia arreglada con mimo, los arroces avanzando con aire marinero…

Las croquetas de bacalao que preparan en Ca’ Pepico son tan finas, tan exactas, tan coloridas, que sorprenden al que no espera tal cosa. El tomate trinchado con ventresca de atún pone a la naturaleza por bandera, sin concesiones. Las patitas de sepia con cebolla llevan kilos de memoria. Sus arroces hacen toda una fiesta.
Hay más. Pep Ferrer desenvaina un arsenal vinícola con poco parangón en el reino. Su amor por el buen vino, su conocimiento depurado, asegura una propuesta de más de 500 referencias en la bodega. Uno de aquellos didácticos que sabe transmitir una pasión con cercanía.

Sobre todo, Ca’ Pepico es calma, cercanía, ni una prisa, la pausa del puchero, el bienestar de un paseo entre los campos de alcachofas que lindan con el restaurante. Todo queda un lado. Por muchos años.
Ca’ Pepico
Calle Mediterrani, 1. Barri Roca 46133 Meliana (Valencia)
961491346
www.capepico.com/web/bienvenidos.html
Valenciana
25€-50€