Boroa, el redescubrimiento de las raíces vizcaínas

En pleno campo, rodeado por un paisaje natural idílico, con grandes robles centenarios protagonizando las cercanías, el restaurante Boroa abría sus puertas hace más de dos décadas. Lo hacía en un caserío del siglo XV perfectamente restaurado como un sueño cumplido de Mª Asun Ibarrondo y Javier Gartzia, quien se encargaría de la cocina del establecimiento. Una propuesta gastronómica enraizada en la más típica culinaria vizcaína. Un redescubrimiento y evolución de los platos de siempre.

En este enclave en el que la naturaleza, la tradición, la vanguardia y la gastronomía se dan la mano, se tiene una misión: hacer que el comensal disfrute a todos los niveles. A través de la autenticidad de los platos, descubriendo el entorno y sintiéndose acogido por la cercanía y exquisita atención del equipo de sala.

Boroa Jatetxea

Tanto en las terrazas, cuando el buen tiempo impera, como en las diferentes estancias de aire rústico con las que cuenta el caserío del Boroa Jatetxea, de una calidez familiar, tienen lugar esos platos de toda la vida bien rescatándolos del olvido, bien haciéndolos viajar al presente, siempre manteniendo su esencia. Una búsqueda continua que desea innovar sin perder de vista ni la tradicionalidad ni las raíces.

Boroa Jatetxea

Entre los entrantes, platos como el arroz cremoso con setas de temporada, trufa de verano y yema de amanita con acelgas, los medallones de langosta de Lekeitio sobre ensaladilla de aguacate, olivas verdes y Martini, o el tartar de bonito de Bermeo y caviar de soja con merengue nitro de tomate y sus texturas en mahonesa de piparras nos hacen paladear. Cuando hablamos de marisco, el antojo se nos despierta con unas cigalas a la plancha o unas almejas al cuchillo. Consultando los pescados, uno no puede evitar reparar en el lomo de merluza a la koxkera o el taco de atún rojo asado a la parrilla con salsa teriyaki y verduritas en tempura. Y en carnes, imprescindibles son platos como el de chuletón de ganado mayor a la brasa de encina con ensalada, el pichón de Araiz en asado breve, royal de sus muslitos con melocotón especiado y boniato o el solomillo a la brasa con risotto de sémola trufado y boletus.

Boroa Jatetxea

A estas propuestas a la carta se unen un menú semanal, el menú de la casa también llamado Bizkargi, de seis platos, y el menú de temporada, el Txindoki, de catorce pasos, que durante la temporada estival presenta el carabinero al vapor de algas y lima en gel de melocotón y esponjoso de vainas con jamón ibérico, el pulpo gallego ligeramente ahumado, royal de sopa de ajo y patatas en texturas, el huevo de Euskal Oiloa a 65 grados con crema fina de patatas en salsa verde y berberechos al txakoli o el chipirón de potera con sémola cremosa de trigo y su tinta en texturas.

Boroa Jatetxea

En el restaurante Boroa no se olvidan tampoco de la bodega, con una selección de las denominaciones de origen más importantes del país y una pequeña muestra de caldos internacionales, ni de los postres. En el apartado dulce encontramos, por ejemplo, una tarta de queso y membrillo perfumada con limón y vainilla acompañada de sorbete de frambuesa, coulis, ganache montado y frutos rojos o un rocher de cremoso de vainilla, caramelo vainilla, mousse de chocolate, baño crocante de almendras caramelizadas, ganache lactée y sorbete de guayaba.