Mercado Central de Valencia, una catedral del producto

Uno de los pasillos del Mercado Central de Valencia
Visitamos el Mercado Central de Valencia, un verdadero templo de la materia prima con un siglo de historia recién cumplido, en busca de buen género con el que llenar nuestra despensa primero, nuestros platos después y nuestro estómago al final.
Por Toni Castillo
06 de febrero de 2017

El 30 de diciembre de 1915 el rey Alfonso XIII, con una gran solemnidad y la preceptiva bendición eclesiástica, colocó la primera piedra de lo que iba a ser en un futuro cercano el nuevo mercado central de Valencia. En el corazón de la ciudad, frente a la obra maestra del gótico civil valenciano, la Lonja de los Mercaderes, en un espacio tradicionalmente ocupado por mercados ambulantes durante el siglo XIX.

Esa fecha y el año precedente, en el que comenzaron unas obras que no terminarían hasta más de una década después, se tomaron como el principio del todo. La eclosión de esta catedral modernista consagrada al producto, obra de los arquitectos Francesc Guàrdia i Vial y Alexandre Soler. De este templo de la huerta, el mar y las granjas coronado por una cotorra que no es cotorra, en la cúpula principal, y un desapercibido pez espada, dueño y señor del domo de la pescadería.

El Mercado Central de Valencia, una pequeña ciudad de la materia prima, con sus populosas calles, largos paseos y amplias plazas, que durante el año que acabamos de dejar atrás ha celebrado sus primeros cien años latiendo. Trece en construcción, madurando como el fruto que espera su mejor momento, y el resto siendo el reflejo inquebrantable del mejor género local.

Recorriendo sus pasillos, uno asiste a la magnificencia del buen producto a través de un festín de olores, colores y, si se tercia, también de sabores. Un viaje que el más experimentado comprador, con toda probabilidad, llevará a cabo un viernes. El día en el que los vendedores hacen acopio de lo mejor y más fresco para aprovechar el sábado, la jornada de mayor afluencia.

Un paseo por el Mercado Central de Valencia

Una frutería del Mercado Central de ValenciaMontilleta con licencia CC BY-SA 3.0

El periplo mercader bien podría comenzar durante la mañana, poco después de la apertura de puertas, con una parada en su particular corazón, el bar. El puesto de avituallamiento de muchos de los que están tras y frente a los mostradores. Y de los que simplemente peregrinan en busca del espacio, el Central Bar by Ricard Camarena. Un sueño cumplido del cocinero de Barx y una verdadera evolución de la indispensable barra de cualquier mercado.

Con el estómago lleno y la inspiración rozando máximos, es hora de ponerse a la faena. Visitamos primero las paradas de frutas y verduras, con esos aparadores de vibrantes colores, banderas de nuestros campos. ¿Tomates, pimientos, un racimo de uvas o unas alcachofas? Qué más da, cualquier elección será sinónima de acierto.

Seguimos por la carne, buscando un solomillo, quizás una buena cuarta de jamón ibérico, exquisito embutido, tal vez un acertado corte de carne de caballo o un buen pato, para preparar una paella valenciana al estilo de los pueblos abocados a la Albufera. Y podemos concluir con el triunvirato básico en el pabellón de la pescadería, a la caza de un sepionet, un rotundo atún o anguilas, para darse un homenaje en forma de all i pebre.

Una parada de embutido del Mercado Central de ValenciaMercado Central de Valencia

A la compra básica, la que nos llena la despensa, podemos sumar añadidos que revitalizan todavía más nuestra cesta de la compra. Quizás unas cervezas artesanas de las diferentes paradas que las ofrecen. Productos foráneos de los puestos especializados en productos latinos o de otras latitudes. Aceitunas recién embolsadas de uno de esos tentadores capazos repletos de alegría. Y, por último, un buen café para preparar en la italiana, como toca, de alguna de las paradas que ofrecen semillas del cafeto.

Desde que se decidió erigir en 1881 se sucedieron las décadas, los problemas y las complicaciones, pero a pesar de todo ello, el Mercado Central de Valencia entre nosotros está. Siendo el mercado en activo más grande de Europa y uno de los pocos que, después de un siglo en pie, continúa dedicándose al mismo uso para el que fue concebido. 8.162 metros cuadrados, mas de 1200 puestos repartidos entre unos 300 pequeños comerciantes patrimonio gastronómico y cultural de todos.