Begoña Rodrigo es una cocinera que se sale de la norma. Descubrió la gastronomía durante un verano en Ámsterdam prácticamente de rebote, mientras estudiaba para convertirse en ingeniera industrial. Allí, cuenta, descubrió la libertad, la hizo suya y desde entonces no se ha separado de ella. Logró ingeniárselas para poder viajar durante tres meses al año. Estuvo siempre fuera de España, pisó Asia, pisó África, y aprendió de la cocina del mundo trabajando, al pie de los fogones, por sí misma. A su vuelta abrió su propio restaurante en la ciudad de Valencia, La Salita, y empezó a despuntar.

Del descubrimiento de la cocina hace prácticamente dos décadas y de la apertura de su casa una. Un periodo en el que le ha dado tiempo a practicar la cocina de fusión, abandonarla y lanzarse en brazos de la culinaria con vocación local. La que está ligada al agricultor que cuida de la lechuga, el pescador que obtiene la mejor lubina y el ganadero que consigue la ternera más mimada. Ha pasado de lo global a lo local —aunque si un ingrediente foráneo mejora una de sus recetas en ella estará— y ha evolucionado hasta destacar al margen de modas, dictados, críticos o tendencias. Ella responde solamente ante el comensal.
Toda esa sabiduría, la experiencia adquirida a lo largo de estas dos décadas de incansable trabajo, se ve ahora reflejada en un libro editado por Montagud Editores bajo la dirección de Jãvi Antoja, El sabor de la elegancia. La obra gastronómica se divide en cuatro grandes bloques que explican, con sinceridad e intención didáctica, los cuatro pilares esenciales que afianzan el saber hacer de Rodrigo: el primero es «De lo global a lo local», el segundo «La estética de la elegancia», el tercero «El sabor» y el cuarto «La técnica».

La cocinera autodidacta, ganadora además de la primera edición del programa televisivo Top Chef, desgrana en cada apartado el fundamento que tienen para ella y su cocina. «De lo global a lo local», en el que se vive el gastroviaje que hizo desde sus comienzos hasta ahora, se explica con recetas como el milhojas de anguila, las quisquillas envueltas en col lisa y coco o el all i pebre de anguila ahumada con causa limeña. «La elegancia», uno de los rasgos más evidentes de su cocina, está representada por platos como el canelón de foie, avellana y trufa, la vieira con raíz de apio y naranja o la ensalada de encurtidos y salazones, que posee forma de tiara, y protagoniza la portada y contraportada de la publicación. «El sabor», esencial, se muestra a través de recetas como la del sándwich de manitas, la fideuà de plancton, el seso de atún glaseado o el arròs en fesols i naps. «La técnica», el fondo de sus recetas, se define por la sopa de cebolla agripicante con calamares, el tuétano vegetal de setas con fondo de palo cortado o el arroz negro crujiente con camarones y all i oli de cítricos.
El sabor de la elegancia de Begoña Rodrigo, un libro gastronómico y vital editado de forma bilingüe, en inglés y en español, está a la venta desde el pasado 30 de marzo.