Una vez más os hablamos de Zeta Beer, la microcervecería valenciana, aunque el prefijo micro cada vez le va quedando menos apropiado debido a su gran capacidad y potencial, ubicada en Alboraya y comandada por Manolo Fuentes a los fogones, Carlos Ramada en la gestión, y Guille Lagardera en la comunicación.
A lo largo de los últimos cuatro o cinco años, estos tres exalumnos de la Universidad Politécnica de Valencia han logrado situar su proyecto como una de las mejores cervecerías artesanales españolas con referencias tan simbólicas como su Zeta Hell, Zeta Hop, Zendra o Malabrocca, lanzada a finales del año pasado en colaboración con la cervecería madrileña El Pedal, con las que han alcanzado gran repercusión en el panorama nacional.
Para su más reciente creación, se han decidido por una receta clásica, una cerveza de trigo de estilo alemán digna de ser paladeada en cualquier biergarten bávaro acompañada de un bretzel. Una hefeweizen que se ha colado directamente entre las mejores birras nacionales elaboradas con este cereal que desafortunadamente tienden a enfatizar más en el lúpulo que en el trigo. La Trïgger es una cerveza de trigo al uso, un clasicazo que difiere bastante de las tendencias actuales entre los maestros cerveceros artesanos, muchas veces obsesionados por destacar en la escena artesanal con apuestas realmente estridentes y bizarras.

En este caso no. Aquí se ha apostado por lo tradicional, por una weissbier clásica, una cerveza de trigo que sigue a rajatabla las directrices de la Ley de Pureza Alemana de 1516. Incluso más que a rajatabla, porque mientras las cervezas de trigo más populares del mundo como la Paulaner, la Franziskaner o la Sanwald apuestan por unos porcentajes en contenido de trigo que rondan el 50%, los chicos de Alboraya han elevado el listón y garantizan un 70% de trigo en la elaboración de la Trïgger.
Mucho trigo y levadura Weihenstephan, las armas secretas de Trïgger
En esta primera versión, el 30% de las maltas restantes corresponden a cebadas del tipo pils, aunque para futuros lotes ya contemplan la posibilidad de añadir algo de malta munich para dotar de algo más de cuerpo y color a esta cerveza. Porque es justamente en el color y el cuerpo donde quizás flojee (si se me permite usar el término flojear en referencia a semejante cervezón). Los más trigófilos quizás esperarían una cerveza algo más corpulenta, densa y con un tono algo más oscuro. En cambio, presenta un color amarillo muy claro, más característico de una witbier belga que de una weizen alemana que a los menos entendidos de las cervezas les puede recordar a una clara o una radler.

Una clara con la que comparte ciertas características como su ligereza y frescor, convirtiéndose en una cerveza ideal para degustar en estas fechas más veraniegas. Pero lo cierto es que su 5,9% de alcohol esconde una cerveza no exenta de cierta cremosidad que promete permanecer una larga temporada en el catálogo de Zeta, no sólo durante los meses más calurosos del año. Un catálogo que ya cuenta con 13 referencias, además de numerosas colaboraciones, aunque esta posiblemente sea una de las creaciones de la que más orgullosos se sienten: han salido airosos de la elaboración de un estilo complejo, enemigo de las altas temperaturas, del tiempo y de los viajes, principalmente por el elevado contenido de levadura en suspensión.
Y ahí llegamos precisamente al otro ingrediente importante en la elaboración de esta cerveza de trigo: la levadura. En este caso han recurrido a una cepa traída directamente desde el corazón de Baviera, del banco de la prestigiosa universidad cervecera de Weihenstephan, y que es el componente que le aporta su turbidez característica además de los aromas que podemos reconocer en cualquier cerveza de trigo alemana como son el plátano o el clavo.
En definitiva, se trata de un claro homenaje a esta variedad de cerveza, y al trigo alemán en general, que andaba algo cojo en cuanto a producciones nacionales a pesar de ser uno de los estilos más populares entre los consumidores españoles. Ahora por fin contamos con una referencia a la altura de las circunstancias.